Prologo de una Guerra, quinta parte: Dia de Determinacion

La media tarde llega a las tierras de Asbru con todo su esplendor, incluso con nubes blancas en los cielos el sol es palpable y visible durante largos minutos antes de hacer alguna que otra pausa por el bloqueo del pasar de las nubes que luego de breve tiempo permiten que los habitantes del mundo puedan volver a disfrutar del astro solar que meses más adelante los agasajara con su mayor calor, o al menos el mayor calor que tiene para ellos en esa zona del mundo.

En el castillo del oeste están  pasando muchas cosas, la mayoría pasan en la intimidad de un círculo cerrado o en la intimidad de una habitación tramando quien sabe qué, pero algo es seguro, algo que no debe ser descubierto aun. El rey del oeste traba y trabaja sus planes con sus nobles y allegados más cercanos mientras su hijo traba relaciones profundas con la princesa extranjera, una alianza que luego deberá ser revelada ante propios y ajenos, eso dará mucho de qué hablar, pero seguramente para bien al saber que son dos princesas las que apoyaran desde ahora a Asbru del oeste.



En el templo la cosa se anima cuando sirven los alimentos, esa fe y sonrisas de los creyentes alimenta el alma de Aleishe dándole una seguridad que no tiene desde hace demasiado tiempo, desde hace meses, como si el sol que ilumina el mundo ahora se fijara un poco más en ella. Aun así puede ser algo solitario, porque si bien esa fe la hace sentir bien en lo personal sigue están sola, y lo puede saber al ver las madres abrazando a sus hijos, a los amigos charlar, a los hermanos jugar y a los amantes quererse mucho en esa mesa creyente y llena de buena vibra. A Seikato le ofrecieron comida también, pusieron un plato de polenta con carne frente a su nariz y le insistieron en que coma, y casi le meten el plato directamente en la cara cuando con tanto movimiento de ida y venida alguien choco al muchacho que le ofrece la comida desde atrás pero sin mayores consecuencias.
Kurayami que está en otra habitación junto al sacerdote local expresa sus intenciones y deseos de aprender del Master, el dios de esas tierras, un dios extranjero pero dios al fin y al cabo.

-Me alegro mucho de escucharte decir esto Rei, te estaré esperando por la tarde para comenzar a darte unas lecciones de religión, y sobre la comida no te preocupes, puedes ayudar a limpiar el lugar y con eso tendremos suficiente. Ahora descansa, enviare a alguien para que te traiga alimentos-el sacerdote de modo amable ya tiene cita con ella y ahora pasa a retirarse de esa habitación, aunque no sin antes asegurar de que le llevaran alimentos sin costo alguno.  Minutos más tarde de que ese hombre entrado en años se retirase de esa habitación ingresaron dos chicos de poco menos edad que ella con una gran bandeja de comida, mucha polenta, pescado y pan recalentado.

-Aquí tienes, no se ve muy bonito pero te aseguro que sabe bien- Dice uno de los muchachos alegre mientras se van alejando de ella, puede notar con facilidad de que no tienen intenciones de quedarse allí con ella, de hecho parecen apurados por querer dejar esa habitación cuanto antes.


Lejos del castillo y de la villa cercana al mismo una gran cantidad de hombres algunos montados y otros a pie recorren las tierras del oeste sin ser invitados, y son avistados de inmediato por los diferentes puntos de control y por ciertos exploradores que patrullan las fronteras del oeste de Asbru. Es fácil reconocer al líder, su armadura es bien conocida por los exploradores, razón por la cual cuervos salen desde varias direcciones llevando la noticia a varios puntos del oeste sobre la avanzada enemiga que les llega desde el norte de la región.


Comienza la media tarde en Asbru y este no será tranquilo, el sol desde lo alto predice batalla pues rara vez sale algo bueno de esa clase de acciones y menos cuando hay tanta tensión de por medio. El concilio de reyes está a solo horas de comenzar sobre territorio sagrado y más de uno parece estar dispuesto a no esperar la decisión de sus reyes para tomar cartas en el asunto bajo criterio propio.

Seguía en mi estado de “paz” por así llamarlo, pensando en lo que podría llegar a pasar más adelante, capaz una guerra más o la aparición de aquella bestia voladora, en realidad era un misterio, además este reino lo era. Habían demasiados soldados de un lado para el otro en la iglesia, como si algo grande fuera a pasar. En eso y al estar viendo, una cosa se me apareció en mi campo de visión, un plato lleno de comida el cual era sostenido por una joven de cabellos rubios y de ropajes típicos de un aldeano, pero casi me lo dan de lleno en la cara cuando alguien golpeo por detrás de la joven haciendo que se fuera hacia delante con todo y plato, en un movimiento rápido y viendo lo que pasaría y por mero reflejo, golpee levemente con mi mano derecha el brazo izquierdo de la joven para que se cuerpo girara y cayera sentada en mis piernas y así evitar un desastre.

-¿Te encuentras bien? –Le pregunte a la joven rubia la cual movió su cabezas varias veces en señal de que estaba bien, aunque no podía evitar sonrojarse, capaz por lo que había pasado. Por mi parte la ayude con el plato para que ella se levantara si problemas, y luego me agradeció y se fue caminando hacia la mesa en donde estaban los demás. Lo único que pude hacer al verla irse fue sonreír, y luego comer claro está, no podía desaprovechar esta oportunidad y de paso gratis. Pero al estar comiendo no podia dejar pasar de lado a la joven que estaba sentada juntos con los aldeanos, si bien recordaba era la misma que había visto cuando llegue a este reino. Al parecer se la estaba pasando bien y eso era bueno ya que cuando la vi por primera vez estaba temblando.

Tras terminas de comer, me acerque a la persona que se encargaba de los platos para dárselo, luego me fui caminando hacia la entrada, aunque me detuve al recordar que los soldados aun estaban pendientes de nosotros y si salía podría causarles problemas a Rei.

(Que fastidio…)

Decía al estar alborotándome el cabello con mi mano izquierda y con cara de molestia al saber que no podía retirarme de este lugar. Finalmente suspire pesadamente y me fui a dar una vuelta por la iglesia a ver que encontraba.

Me encontraba en aquel gran comedor de la iglesia, sintiendo la fe de los fieles que ahora esperanzados comian felices y llenos de fuerza. Sentia el poder de la fe recorriendo la sala y dandome algo que hacia años que no sentia. Sonrei feliz por ello y acabe de comer. Al igual que yo acababa de comer mucha gente lo hacia y segun lo hacian los niños jugaban, las parejas se arrejuntaban, los familiares hablaban entre ellos. Pero en todas sus acciones habia algo especial, como si no pensaran en que tener que decir, en que le gustaria a la otra persona. Que va, simplemente tenian un lazo fuerte y poderoso al parecer imposible de romper, ni hacia falta verlo con ojos del cielo para saberlo. Yo por mi cuenta estaba feliz y segura por estar alli, pero quizas sentia algo de envidia por esa gente. Yo pretendia ayudar a la gente pero eso no me prometia tener algun amigo o a alguien a mi lado. De hecho la unica persona que habia estado a mi lado habia sido Cripson y el alli no podria entrar jamas.

Mire la puerta confusa y algo triste por las ideas que rondaban mi mente. ¿dejar el lugar mas seguro que habia encontrado por volver con mi mejor amigo?. No haria eso, solo necesitaba tiempo. Con el tiempo conoceri mas gente y de esa gente no todos me verian como un angel del cielo que viene a proteger, si no como una persona mas que necesita algun lazo que la una al mundo, pero por el momento solo le podia contar mis penas a aquel demonio. Suspire perdida en mis pensamientos y mire a la gente con sonrisas y felicidad. Me preguntaba como a los angeles se nos prohibia todo eso, era incluso extraño que cosas tan bonitas se nos ocultaran. Queria levantarme de aquella mesa y dejar de sentir que estaba un poco fuera de lugar, pero las reglas eran las reglas y debia esperar al sacerdote para hablar de lo ocurrido y salvar a toda aquella gente que disfrutaba de algo unico.
-¿le gusta la comida?
Me pregunto un hombre que se encontraba no muy lejos sentado, al parecer un abuelo ya que tenia el pelo blanquecino. Sonrei amablemente para responderle.
-Claro que me gusta, hacia tiempo no comia algo como esto.
Dije sin saber que mucho mas decir. No entendia del todo las conversaciones de los humanos y tampoco habia tenido lazos con ninguno para saber seguir una que no fueran ordenes o mandatos. suspire y le pregunte entonces.
-¿sabes cuando viene el sacerdote? Tengo que hablar con el de unos asuntos importantes.
-No tardara en venir, puede estar tranquila.
Dije apartandose para darle un poco mas de comida a su nieto. Era bonito ver todo aquello asi que observe dejando que la pena se fuera y dejara paso a la falicidad. era lo mejor.

La hora del almuerzo paso rápidamente en las tierras de Asbru, su gente volvió a trabajar hasta el atardecer sin cansancio observando como de a poco el sol se fue ocultando nuevamente, la luz comenzó a escasear y los mortales que caminan por la tierra helada de la región comenzaron a cesar sus actividades. El atardecer se ve hermoso y no está dispuesto a esperar demasiado para dejar salir a la luna y permitirle dominar los cielos nocturnos de Asbru. En la mayoría de los hogares se comienza a preparar la cena y algunos pocos afortunados tienen lo necesario para ir a pasar un buen rato en l posada local.

En la iglesia local todo ha sucedido con normalidad, y llegada la noche se comienza a preparar la cena para todos los creyentes y necesitados cercados a dicho templo. El sacerdote Bishop camina entre su rebaño buscando a la joven Aleishe quien allá por el mediodía le dejo saber su necesidad de charlar con él a solas sobre ciertos asuntos de importancia.


En el castillo las cosas están en calma, la mayoría ya preparados para cenar y luego para dormir, al otro día al amanecer estarán cabalgando hacia el centro de Asbru, hacia territorio sagrado donde al anochecer y hasta el siguiente amanecer los reyes de la región decidirán qué curso siguen los corazones mortales, si la paz o la guerra.

En el territorio no se habla mucho sobre ello, excepto los nobles en especial la familia de los reyes que son los principales implicados. Los reyes son los que tienen el destino en sus manos, la verdad sobre la vida y la muerte de la región las poseen los regentes y mañana tendrán que poner toda su sabiduría sobre la frágil balanza del destino.

Paseaba por la iglesia a la vez que veía lo que esta tenia, al parecer muchas cosas religiosas y era obvio porque era una iglesia, pero empezaba aburrirme de este lugar, quería salir de aquí, no me gustaba estar encerrado. –A no ser… -Dije en voz baja pero luego moví mi cabeza negando aquel pensamiento que se me había venido a la cabeza. –No puedo irme hasta saber que Rei se encuentra bien. –Decía al estar viendo hacia una estatua. Tras ver eso, me fui en dirección al mismo lugar a donde estaba, debía descansar un poco, aunque con esos soldados ni podía dormir bien, porque me daban mala espina, no vaya hacer que cuando este dormido me lleven hacia otro lugar, y menos cuando he visto como se comportan y amenazan, claro todo por la seguridad del Rey, que se lo follen al Rey, si así trataban a los extranjeros no quiero ni pensar como trataran sus enemigos, cosa no tiene ningún sentido.

-Tendré que aguantarme… -Decía al estar viendo hacia el techo con las manos detrás de mi cabeza, y algo me vino a la mente, una idea que podía ayudarme a mí y a Rei. –¿Sera que esa joven podrá ayudarme? – Decía viendo a la de cabellos rubios, quien hace horas atrás quería hablar con el sacerdote y como la trataron en la mesa de buena manera, parecía ser importante, además resaltaba mucho entre las personas. Esperaba no equivocarme, pero tenía que esperar a que este sola y ver si me puede ayudar.

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El dia pasaba y no habia rastro del sacerdote. Tendria otros asntos mas importantes que atender. Y sabiendo eso cuando ya todos se marcharon de la mesa sin esperar mas me levante para moverme un poco por la iglesia, estaba claro que no podria tirarme alli todo el día. andé por los pasillos de la iglesia dando vueltas sin rumbo, conociendo cada recoveco de aquel edificio, esperaba encontrar alguna salida alternativa ya que si pasaba lo del otro dia posiblemente la necesitaramos. Ande por los pasillos buscando al sacerdote, que comicamente ahora se encontraba entre la multitud de gente que esperaba cenar. Habia pasao mucho tiempo del medio dia y como era de esperar volvia a estar sola. Me cogi las alas con ambas manos sintiendo un escalofrio de soledad y avance sin rumbo fijo. En aquel lugar me sentia segura, pero...estaba tan sola como en cualquier otro. Entonces vi a un chico desconocido mirarme y me acerque a el con curiosidad y ganas de ayudarle. La fe en aquel lugar aumentaba cada vez mas, lo que me permitia encontrarme mas segura que en cualquier otro lado. Pero al parecer no habia mucha fe en él, si no pensamientos negativos.
-Hola.¿necesitas ayuda?
Pregunte a Seikato soltando mis alas y dejando las manos caer a los lados tranquila. Sentia que queria algo, pero no podia hacer absolutamente nada.
-No te vi antes a la hora de comer y sentia que me mirabas hace poco. ¿necesitas ayuda para algo?Pareces algo perdido.
Dije como siempre ofreciendome. Al parecer hacer esas cosas en el mundo moral me habia ayudado de gran manera, esperaba que funcionara de nuevo.

Con la llegada de la noche a Asbru nuevos acontecimientos se revelan en esas tierras, pero lo que le urge y preocupa a Lans Tartare es lo que sucede en el oeste, en sus tierras. De prisa cabalgaron jinetes que horas antes vieron extraños hombres adentrarse en el territorio oriundos desde el norte de la región, numerosos, una armada, o al menos lo suficiente como para ser una división de ejército.

El encuentro íntimo entre la Risefrett y Lans ya ha pasado, tuvieron unas horas para estar a solas disfrutando de sexo y sellando el acuerdo definitivo entre ambos, razón por la cual envía a soldados a que saquen de las mazmorras a Efreet y la lleven a una celda común. Ordena también aprovechando las circunstancias que se le alimente bien, que se le asee y se le dé ropas adecuadas para su comodidad, de esa forma cumplirá su parte del trato salvándole la vida y tratándola como a una prisionera con derecho a buen trato, se convierte así Efreet en una prisionera con privilegios gracias al “sacrificio” de su hermana mayor. Por supuesto dio mucho que hablar cuando a esa joven mujer estando sentenciada a morir por la grave falta de atacar a la familia real fue sacada de las mazmorras, el rumor corrió de prisa por todo el castillo llegando tiempo después a la propia villa cercana al castillo, así supieron todos que probablemente no fuese ejecutada mañana por la mañana como todos ya esperaban. Las noticias impactantes no terminaron ahí, porque jinetes llegaron cabalgando en la noche con banderas rojas en lo alto, y eso solo quiere decir una cosa “peligro”.

El príncipe del oeste fue el primero en recibir a los jinetes y en escuchar lo que estos tienen para informar, grave sin duda, así se entera Lans de una gran cantidad de hombres armados provenientes del norte, estos incursionan en el territorio como si nada, una acción demasiado arriesgada y presuntuosa. No se visualizo al Khan ni a su hijo a la cabeza de esa armada, por lo que posiblemente algún general o algún cabecilla este al mando de la misma, creyendo Lans que posiblemente el Khan ni esté enterado de lo que está sucediendo allí. Ordena Lans que se preparen todos para la mañana siguiente, esa noche tendrán un sueño profundo, donde esta el enemigo no puede hacerles ningún daño, les harán frente mañana, ordena al castillo entero que duerma ya mismo, solo los centinelas quedaran de pie y en vigilia, refuerza la vigilancia perimetral de la ciudad y va al encuentro de su padre para decidir qué hacer el día de mañana, deben ir a la tierra de Dioses, pero no pueden dejar a la ciudad indefensa, menos dejar que esa armada anda por el territorio como si nada, tendrán que responder por esa ofensa tarde o temprano y en el pensamiento de Lans esta primero el temprano que tarde.

Cuando desperte desconocia cuanto tiempo habia pasado, pero ya podia moverme facilmente. Estaba entre armas caidas y algo descolocadas, afortunadamente con ningun corte. Mire a mi alrededor y me levante descansada y coloque las espadas. Luego agarre la puerta y la abri mirando. Al parecer por el momento no habia guardias cercanos. Por ello me escabulli entre ellos con gran agilidad y sigilo y con las ropas abrigadas de la noche anterior me dispuse a salir del castillo. Posiblemente no habria problemas ninguno, pero estaba claro, ya no pintaba mas alli. Suspire y me dirigi a las puertas principales ocultando mi pelo bajo una capucha. Una vez alli simplemente sali como uno mas y mire los grandes muros del castillo. Esa vez aquel hombre se libraria de la muerte y tendria unas palabras con el otro rey. Si fue el el responsable de los ataques... se las veria conmigo. Si pretende asesinarle con una bruja o cosas extrañas de las que hablaban los guardias, no debia de haberme enviado a mi. Desde luego no era un buen trabajo.

La noche llega de lleno a Asbru, y en el oeste la noche es sumamente silenciosa por diferentes y variados motivos.

La temperatura desciende bruscamente obligando a las personas a refugiarse, como mínimo a abrigarse mucho mejor. A comparación de días anteriores donde una feroz tormenta ataco la región las temperaturas actuales no son tan mortales, pero mucha gente tiene síntomas de enfermedad y hace peligroso arriesgarse incluso con un clima que no suele generar muchos problemas para los lugareños.
A esas preocupación se suma la orden del príncipe Lans de que el castillo descanse casi por completo guardando una guardia mínima para proteger el castillo durante las horas nocturnas, reforzando un poco más el perímetro de la ciudad debido a las incursiones de guerreros provenientes del norte de Asbru. Lo único que hace algo de ruido en el castillo son las decisiones de Lans que fueron tomadas sin consultar a su padre, y la reunión entre ambos que claramente es una reunión de emergencia aunque ambos deseaban encontrarse esa noche cara a cara debido a que desde el regreso de Lans de la frontera que une a norte y a oeste no se han visto las caras.

Se hacen visitas rápidas a las habitaciones de los huéspedes del castillo explicando que por razones de suma importancia deberán permanecer en el castillo, y que en cuanto pueda alguna autoridad mayor del lugar se hará presentes para hablar con ellos cara a cara.


En la iglesia y en la villa cercana al castillo todo ocurre sin problemas, las personas aprovechan para acostarse temprano y descansar en paz, ese descanso tan anhelado les preverá de nuevas fuerzas para enfrentar el día que tienen por delante, uno que decidirá el destino de todos en la región.


Es difícil para muchos conciliar el sueño debido a la responsabilidad que pesa sobre sus hombros, otros en cambio con la fatiga acumulada duermen profundamente deseando dormir en lo posible días enteros y que al despertar todo lo ocurrido en los últimos días no sea más que un mal sueño para ser olvidado tiempos después como todo lo malo en el mundo.
Las decisiones ya fueron tomadas con determinación en cada punto de la región, ahora solo queda ir a enfrentarse frente a frente con el Día del Destino, así conocerán las gentes de Asbru al día en que los cuatro reyes de Asbru se enfrenten cara a cara en la Tiera de Dioses.

Les recuerdo que los que duerman a la intemperie como o directamente no hayan dormido en el próximo evento de participar sufrirán penalizadores por fatiga. Aquellos que estén enfermos y no hayan sido atendidos apropiadamente depende de donde estén y como estén empeoraran o mejoraran.

Evento finalizado, muchas gracias por participar, espero les haya gustado y verlos a todos en la continuación de Prologo de una Guerra 6: Dia del Destino.

Todos ganan 4 puntos de experiencia.

Recuerden que pueden ver los pasos a seguir para hacer uso de su experiencia aquí : https://pkenlared.foroargentina.net/t138-peticiones-de-habilidades