Viejas memorias (Priv. Sakura)

Era una hermosa mañana soleada, con una brisa pura y fresca, la brisa mezclaba la pureza de la esencia de la nieve y la frescura de esas tierras acariciadas por la misma. La nieve cubría todos los alrededores, incluso el castillo estaba en gran parte cubierto de nieve.
El sol se asomaba tímidamente a pesar que ya estaba comenzando el mediodía, y como era de esperar su calor no era muy fuerte, pero aun así no hacía falta tanto abrigo, bueno a veces sí, más que nada por las noches.
Pero eso no era algo por cual los jóvenes que estaban allí se preocuparan demasiado, estaban muy felices jugando con la nieve, el siempre estaba agradecido de cualquier momento y situación en el que pudiera estar junto ella, era su mundo, su ser más amado, la razón de su vida, aunque sus ojos ya no podían verla, su recuerdo estaba impregnado en su corazón, eso era algo que aunque en el pasado habían intentando borrarle y no lo habían conseguido.
Ella siempre sonriente, con una pureza y calidez que curaban cualquier enfermedad y mal, aprovechaba de estar siempre con él, el mayor tiempo posible, de atenderle en cuanto podía, pues sabía que en cualquier momento podría irse, no sabía adónde se iría, ni por cuanto tiempo, ni a hacer que, pero siempre se despedía de la misma manera.

-Te amo, no lo olvides, regresare no importa lo que pase, así que no te preocupes, mantente junto a nuestras hermanas y hermanos, siempre juntos no se separen nunca-

Esas eran las palabras con las cuales el joven siempre se despedía de ella, y la respuesta de ella siempre era la misma, aunque al igual que el si bien lo decían de corazón, en el fondo ninguno gustaba de separarse, pero tanto ella como el sabían que tenían que hacerlo.
Pero aun así, sabiendo eso jugando entre la nieve se encontraban, como si no importara lo demás. Viejas y añoradas memorias que surgen de corazones heridos y llenos de esperanzas, rogando que esos recuerdos regresen, para formar parte del mundo real una vez mas.

Ese dia era comúnmente hermoso, el cielo estaba despejado y algo soleado, pero la mañana era un poco fría, y mas porque en aquellos momentos nevaba, el castillo y el suelo estaban cubiertos un poco de ese hermoso paisaje blanco, de esa nieve fría pero hermosa, de esos días en los que las personas mas se unen para pasar juntos con los seres que aman, esas fechas en la que las personas adoraban estar con la calidez de sus seres amados, si como siempre debería ser, pasarla bien y junto a sus seres amados, esas fechas en las que ahora una chica añoraba en sus recuerdos, deseaba mas que otra cosa, ver a su hermano mayor, deseaba estar junto a el, jugando, platicando, escuchándolo y mas que nada sintiendo su amor y calor, pero no podía ya que su hermano en aquellos momentos no se encontraba, y no estaba ahí, no sabia cuando vendría o regresaría, pero lo que si recordaba bien eran las dulces y tiernas palabras que su corazón guardaba cada que este se iba recordaba siempre " Te Amo" lo recordaba muy bien y aunque le dolia verlo irse, su corazón se aceleraba y ardia en fuego y pasión cada que escuchaba esas dulces palabras y mas porque venían de su amado hermano, que aunque no lo dijera para ella el significaba mas que su hermano.

Al ser medio dia, la chica ya se había levantado hace mucho, ya había desayunado y ya se había arreglado, deseaba estar lista, si lista para salir a pasear un poco por los pateos del castillo, sabia muy bien que aunque no estuviera su hermano para divertirse con el, ella podía divertirse aunque sea un rato sola, cosa que no le convencia mucho, pero algo en su interior le decía que saliera, la obligaba a salir y era algo que no podía ignorar, por lo que al ya haber acabado sus cosas, la chica se puso un abrigo y sin mas salio, al salir empezó a caminar viendo con melancolía el horizonte, recordando viejas memorias, soñando con el ayer. Al estar algo distraída la chica no se fijo pero sin querer se había tropezado con una rama de un árbol y al tropezarse esta empezó a rodar colina abajo, raspándose y pegándose con el piso y todo lo que estuviera ahí, al acabar de caer la chica miro a su alrededor y empezó a sobarse cada musculo en donde sentía dolor, luego de un rato la chica trato de levantarse pero asi como se levanto callo de nuevo al piso, sus ojos negros se humedecieron y de ellos salio unas finas gotas, miro su pie y vio que su tobillo empezaba a sangrar un poco, por unos instantes ella misma se reclamaba en su mente lo tonta que había sido y mas al haber caído asi y haberse fracturado el tobillo que ahora estaba sangrándole.

-Oni-chan ojala estuvieras aquí...te extraño tanto...- dijo la azabache frotándose sus ojos con sus manos y sollozando suavemente, le dolia ser a veces tan descuidada y torpe y mas que nada le dolia que su hermano no estuviera ahí, tal vez si el estuviera ahí ella no hubiera baboseado y no se hubiera distraído, su pie que en aquellos momentos seguía sangrando empezó a hincharse un poco y aunque a ella le dolia le dolia mas el hecho de extrañar tanto a una persona. Sus sollozos y llantos empezaron a escucharse mas y mas haciéndose mas fuertes en cada momento, y talvez solo tal vez alguien la podía escuchar muy bien.

La doncella oriental que porta diferentes favores y bendiciones de los dioses tiene muchas cosas, pero, es mas que seguro que las cambiaría todas por tener de regreso a su adorado hermano mayor allí con ella, para así poder escuchar su voz, poder verlo, poder tocarlo, poder sentirlo, y poder escucharlo. Si su hermano vive aun, es seguro que al igual que ella la este extrañando, que este añorando los momentos felices que pasaron juntos, y que desee pasar mas y mas momentos felices junto con ella.

*-Te amo, no lo olvides, regresare no importa lo que pase, así que no te preocupes, mantente junto a nuestras hermanas y hermanos, siempre juntos no se separen nunca-*
Esas eran las palabras con las cuales el joven siempre se despedía de ella, y la respuesta de ella siempre era la misma, aunque al igual que el si bien lo decían de corazón, en el fondo ninguno gustaba de separarse, pero tanto ella como el sabían que tenían que hacerlo.
Pero aun así, sabiendo eso jugando entre la nieve se encontraban, como si no importara lo demás.

-Jijiji oni-chan, la nariz le ha quedado mal, tienes que ponerla un poco más abajo-Le dijo la joven muy sonriente a ver que la zanahoria que el joven había colocado en el muñeco de nieve había quedado entre medio de los ojos de dicho muñeco.

-Entonces solo tengo que sacarla y volverla a poner, un poco más abajo, veamos…-Le respondió suavemente

-Jajaja oni-chan te ha quedado bien, bueno eso creo, se ve muy gracioso- Le dijo ella entre sonrisas.

Entonces ella lo tomo de la mano, y juntos acomodaron debidamente la zanahoria que haría de nariz en ese muñeco de nieve que juntos habían formado. Ese recuerdo es uno de últimos momentos felices que pasaron juntos hermano y hermana antes de que este desapareciera de la vida de hermosa joven tendida en la nieve.

Luego de un rato de haber llorado y haberse desahogado, la joven pelinegra se calmo, paro de llorar y miro su tobillo fracturado, la chica suspiro, sabia muy bien que no podía estar asi, por lo que después de un pequeño lapso mirándose el tobillo, ella activo un poder suyo y empezó a autocurarse, hasta que la chica por fin estuvo sana y como si nada le hubiera pasado. Su mirada se perdia en aquellos momentos en el horizonte vagaba sin rumbo y veía con atención el sol, el transcurrir de las horas se hacia presente y aunque todavía era temprano, el atardecer se hizo presente, pero era de esperarse ya que era invierno y en invierno el anochecer llega mas rápido, luego de un rato Sakura se levanto, aun le dolia un poco el pie y un pequeño moretón se notaba en el mismo.

-Oni-chan ¿Cuándo volveras y donde estas?...- La pelinegra se recordó un pequeño pasado en donde la pasaba con su hermano, quería volver al tiempo atrás y vivir de nuevo esa vivencia, deseaba con todo su corazón estar cerca de su amado hermano, pero sabia muy bien que para eso tendría que esperar un largo tiempo o eso pensaba ella.

Pronto luego de un rato la pelinegra dejo de mirar el hermoso horizonte y sin mas se encamino colina arriba de vuelta hacia el castillo, no tenia que estar ahí en el bosque jugando y menos cuando ella estaba sola, se lo había prometido a su hermano mayor, estar siempre cerca de sus demás hermanos, ya que sabia muy bien que ellos la protegerían, y aunque ella no necesitara protección, su carácter dulce y tierno hacia que las demás personas desearan protegerla, además no quería que sus hermanos y demás familia se preocuparan por ella, por lo que empezó el camino de vuelta a su hogar.

La nieve cae lentamente, tan lentamente que parece roció en vez de nieve, prácticamente imperceptible sino hasta que se pasa mucho tiempo bajo la misma y a la intemperie. Esa nieve ayuda a la hermosa joven oriental a llevar mejor el dolor físico, pero, el lugar es tan nostálgico que no ayuda en nada al corazón herido de la joven, el cual al igual que el de su hermano late como si fueran uno solo. Nadie se ha atrevido a dar por muerto a Setsuna, pero las dudas y la congoja es grande. Si su padre el gran y legendario Gensatsu Shinomori pudo morir, entonces ¿Por que no puede morir el cachorro del Dragón?

El joven no pudo controlar ese impulso, y aunque pudiese, no lo habría hecho.
Llevo su mano como la de ella hacia su rostro, le producía una sensación única sentir el calor de su ser más amado, aunque no podía verla, su recuerdo siempre estaba con él, ya hacía cuatro años de eso en esa epoca, ahora ya serian muchos mas, como 8 desde que el perdió su vista.

-Daisuki…- Le susurro.

La joven sonrió plácidamente, los pájaros cantaban suavemente, en ese lugar había mucha paz, pero esa paz había costado mucho en tiempos anteriores aunque los jóvenes lo ignoraban, bueno en realidad la joven, ya que ese muchacho desgraciadamente tuvo que envolverse en batallas del pasado que se negaban a permanecer en ese tiempo.
Vestida con un hermoso vestido blanco, sus cabellos negros largos y lacios, muy bien cuidados, sus ojos verdes como el más puro jade rebosantes de vida sonreía plácidamente, aunque él no la viera se imaginaba a su “ella del pasado” a su ella de hace cuatro años atrás, era la imagen más clara y cercana que tenía en ese momento.

-Boku mo daisuki, oni-chan-Le había respondida ella en esos tiempos pasados.

Ambos se quedaron inmóviles, mientras el mundo les observaba, la nieve y los bosques a uno de los lados, la precipitación de la montaña en el otro, y detrás de ellos el castillo, enorme y temerario, el rastro de terribles batallas estaba marcado en él, y sus gárgolas vigías hacían que parezca la residencia de un ser no muy benigno. Y esas gárgolas en esos momentos la observan a ella, así como otras tantas veces, aunque esta vez la ven en soledad, puesto que su hermano mayor ya ha desaparecido hace varios años.

Los pasos se hacían mas y mas fuertes, al mismo tiempo que pesados y arrastrados, la chica llevaba un buen rato caminando, y solo para dirigirse de nueva cuenta hacia el castillo, la nieve en aquellos momentos se hacia mas fuerte y esa misma nieve es la que la chica sentía y le hacia recordar con antaño cuando estaba con su hermano, una melancolía surgia cada que pensaba en el, y cada que se preguntaba donde estaría? solo el sufrimiento se hacia mas fuerte y pesado, y solo el calor mas cercano era el de la soledad, no compartia tesoros y tampoco recuerdos con nadie, su universo era grande mas que el mundo entero y mas cuando recordaba a su hermano y los momentos que paso con el, ella reia sin saber por que, ella miraba a su alrededor al volver a la realidad y no veía otra cosa mas que dolor, solo le quedaba esperar con esperanza y fe que su hermano pronto estaría con ella, eso era todos los días y aunque ella misma lo decía para alegrarse solo se mentia a si misma ya que eso la mataba por dentro.

-ya quiero que vuelvas oni-chan- Dijo la chica ya llegando al castillo, su vista miro con nostalgia y pesar aquel castillo, pero como siempre no dejaría que sus demás hermanos y hermanas se preocuparan por ella si la veian triste y decaída, por lo que la chica puso una de sus sonrisas falsas y sin mas entro al castillo. - ya llegue....- dijo la pelinegra anunciando su llegada y saludando a uno que otro de sus otros hermanos y hermanas, luego de eso la joven se dirigio rápidamente a su cuarto, tratando de evitar a todos, aunque sabia que no podría por mucho que se esforzara, al llegar a su cuarto se encerró en el y sin mas fue hacia su enorme ventana y miro hacia afuera, pronto seria la cena tendría que estar lista para convivir y comer junto a todos, bueno no todos pero tendría que hacerlo ya que era una tradición familiar, aunque no tuviese hambre tendría que ir, pero por ahora solo disfrutaría de la vista de aquel atardecer que se hacia presente.

La joven descendiente de dioses en soledad y con angustia regreso a aquel castillo que en esos días hace de hogar, un lugar muy grande para lo que ella estaba acostumbrada a vivir, pero allí hay lugar para toda su familia y también para sus amigos y protectores. Al acercarse podía ver los grandes muros del castillo, así como piedra solida y las gárgolas montadas alrededor del castillo, sombrías y gastadas por el pasar de los años. Ahora ella vuelve sola al hogar, aunque otras tantas veces hubo regresado junto a su hermano en tiempos mas felices para todos.

Mientras caminaban sus miradas se cruzaron más de una vez, ella se vio reflejada en sus ojos, esos blancos ojos que aunque sonreían no portaban color como lo harían normalmente unos ojos sanos. Ésos ojos blancos alguna vez fueron azules, puros y profundos como el mismo océano, pero, ya no más.

Le miro con ternura, ya no lloraba cada vez que pensaba en ello, pues le había prometido a su hermano que no lloraría mas por ello y ella, como buena niña, cumplía su promesa.

Llevo su mano a su pecho y se sintió muy feliz, al saber que su hermano aun portaba el camafeo con él, dentro del mismo se encontraba un objeto de inigualable valor para ambos, un pequeño lienzo con un retrato de ellos en familia, su padre, madre, él y ella, todos juntos y felices.

Ella no recordaba casi nada de ello, pero su hermano siempre le contaba cómo fueron sus días de niñez increíblemente feliz y orgulloso, tan solo con escucharle le hacía inmensamente feliz.
Y en el fondo de su corazón sabía que era verdad, le bastaba con apenas unos fragmentos de sus recuerdos para que ella también rebosara de felicidad.

Mientras caminaban ya adentrándose en los terrenos pertenecientes al castillo las gárgolas expectantes les observaban, como fieles perros guardianes.

Las grandes puertas se abrieron para ellos, y así se adentraron dentro de aquella imponente fortaleza.

Un extenso corredor finamente adornado los recibió como era de costumbre, alfombras y cortinas escarlata y dorado contrastan con los muros de obsidiana. Armaduras de distintas naciones, formatos y épocas descasaban como imperecederos centinelas a los lados de corredor. Cuadros y frescos de inmensas dimensiones adornaban los muros iluminados en un tenue tono de luz un cuadro de un dragón rojo parecía salirse del muro. Incluso parecía atisbar a los que pasaban por el corredor de momentos. Al final del corredor una gran puerta de madera con un blasón en sobre ella concluía parte del recorrido. El blasón estaba aguzado en la punta. Compuesto en los colores del corredor Oro y Gules, un fénix plasmado con sus alas abiertas y con la boca abierta mirando hacia la derecha del escudo.

Una divisa o mote de tres palabras se situaba en la parte inferior del blasón, ''Liberté, égalité, fraternité'' eran las palabras que en él se encontraban. Las puertas interiores se habían abierto y una gran sala se abría allí, sintieron la fresca sensación de atravesar una cascada, para ellos ya era algo habitual, en especial para el joven. Sentado en el trono un hombre vestido en unas finas prendas de la nobleza les esperaba, sus ojos oscuros parecían orbes de lava fundida, de cabellos negros tirados hacia atrás, salían un par de cuernos en un tono rojo liso apagado, sus manos parecían terminar en garras cubiertas de escamas rojas intensas y lustrosas. El hombre del trono les miro y sonriente con una voz casi hipnótica les dio la bienvenida.


Ese día fue uno de los últimos días que compartieron juntos los dos.

Ahora el castillo si bien permanece prácticamente idéntico todo parece diferencia ante la ausencia de su hermano, las miradas, los saludos, hasta lo mas simple palidece ante tan profunda falta. Al llegar a su habitación tuvo la soledad que buscaba, pero, si bien puede mantener esa soledad en el ocaso, incluso pudiendo mantenerla durante la noche, sus hermanos y hermanas, o la mayoría de ellos estarán en el castillo esperando por ella.

El atardecer comenzaba a irse y con el los animops de seguir despierta, era extraño como tenia que sonreile a los demas un cuando no sentia ganas de hacerlo, sus sonrisas ya no eran reales desde que su hermano no estaba, todas eran una simple mascara que se colocaba para no preocupar a los demas, y asi lña noche comenzo a cubrir la vista que contemplaba por la ventana

Y asi las risas de dos pequeños jugando se escuchaban, aunque era de noche ellos no se cansaban de seguir jugando uno con el otro, habian pasado toda la tarde juntos y sus cuerpos pedian un descanzo, pero claro ellos no querian tomarlo.
La joven se recosto en la hierba fria para mirar las estrellas
-Oni-chan, ven conmigo -
decia con entusiasmo esperando a que el llegara donde ella
-Oni-chan, no quiero entrar, quiero quedarme aqui contigo, adentro tendras que ir a tu habitacion y no quiero estar sola-
Dijo la joven con tono infantil
La vision de aquel recuerdo se vio interrumpida con el sonido de un llamado a la puerta de su habitacion

-enseguida voy-

Dijo con tono apagado cerrando aquella ventana

Los únicos problemas que causo aquel muchacho en su infancia siempre fueron relacionados a su hermana pequeña, jamas aceptaba alejarse de ella por las buenas, razón por la cual los castigos sobre el fueron cosa común durante su infancia e incluso adolescencia. Los castigos durante ese tiempo fueron duros, comenzaron con cosas simples como lavar ropa y los platos, limpiar y mas estudios, pero con el tiempo se volvieron en castigo físico del peor, y aun asi nada cambio, como si no sintiese el dolor, o mejor dicho como si no le importara recibirlo, para el nunca hubo peor desgracia que no estar junto a su amada hermana y ese sentimiento permanece en la adultez.

Era de noche como tantas veces, y como de costumbre no regresaron con sus tutores, el no tener padres no les ayudo en nada durante sus años en la Dinastía del Dragón, lugar donde solo los mas fuertes del mundo sobreviven. Recostados sobre la hierba fría miran el cielo y las estrellas, esta claro que ninguno de los dos desea ingresar a ese establecimiento, allí cada cual ira a habitaciones separadas, lo cual sera malo para ellos dos que comparten un lazo único en el mundo.

-No necesitamos ir, somos hermanos, nadie tiene derecho a separarnos-Esa fue la respuesta del hermano mayor quien toma de la mano a su hermanita pequeña, lo único que tiene en el mundo, el mundo entero es ella, lo demás carece de valor e importancia.


Pero con derechos o no el destino asi lo hizo, muchas veces los ha separado y a pura fuerza de voluntad volvieron a reunirse una y otra vez, debe saber aquella joven doncella que su hermano donde quiera que este esta luchando por ella, por un mundo mejor para los Ancient Blood.
Desde el otro lado de la puerta los suaves golpes sobre la misma interrumpieron las memorias de la joven sacerdotisa quien respondió rápido a dicho llamado. Una de sus hermanas menores, una Ancient Blood aguarda por ella en silencio del otro lado de la puerta. Al abrir la misma una pequeña niña  de unos diez años de edad aguardaba por ella.La pequeña debe medir un metro treinta de alto. La mira con  sus  grandes ojos color cafés, sus cabellos largos y lisos resaltaban debido a su piel de tez clara, y sus grandes labios serian lo más llamativo a simple vista si no fuera por su flequillo recto sobre su frente. Viste un vestido rojo  y sus pies son adornados por unas sandalias del mismo color haciendo juego con el vestido que ella porta ese día.

Spoiler:

-La cena esta lista...-Dijo la pequeña Kisumi al verla, una de las mas pequeñas de las Ancient Blood, o al menos pequeña en apariencia.

Sonrio asintiendo mirando a la pequeña Kisumi y comenzo a caminar tranquila hacia el comedor, mirando todo a su alrededor con un tono casi gris, pese a que todo era exactamente igual que antes, llego al comedor y tomo asiento

Entrando a la habitacion bien podia notarse la hermosa escena de los dos jovenes hermanos
-Oni-chan, me encanta la comida que tu me preparas, es la mas deliciosa que he probado-Mencionaba la joven sin mentir, pues para ella no había comida mas deliciosa que no fuera la de su hermano

-Oni-chan, escapemos despues de comer y vallamos juntos a el lago-

Dijo tranquila la joven con una sonrisa, pues quería darle un regalo a su hermano pero lo tenia oculto cerca del lago


La vision se interrumpio de nuevo al escuchar una vos agena a su recuerdo que le consultaba

-¿No tienes hambre Sakura?-

La joven solo sonrio y comenzó a comer sin muchos animos aquella comida que no era la de su hermano

La pequeña y hermosa niña que al igual que Sakura y su hermana tiene rasgos de la Dinastía del Dragón se hizo a un lado y camino junto a la sacerdotisa con rumbo al comedor donde ellas comerían su cena. Salieron por ese corredor y siguieron por otros mas dejando habitaciones y salas a los lados sin detenerse, al ser un castillo tiene muchísimas salas y habitaciones asi como también escaleras y pasadizos secretos para los casos de emergencia.

Al entrar en la cocina las sombras y la oscuridad de la vida desapareció para todos ellos, cenan felices los hermanos de sangre. Sakura, Kisumi y Setsuna se encuentran en la mesa todos juntos charlando y riendo como de costumbre porque asi fue en años pasados.
Sobre la mesa tienen algunos triangulitos de arroz acompañados de algunos rollitos de pasta hojaldrada rellenos de carne picada, que habían sido fritados y luego condimentados con una salsa de soja a las que les había agregado vinagre para que resulte un poco picante. Lo cocina el hermano mayor son platos originarios de la Dinastía del Dragón, el lugar donde han nacido el y Sakura, y si bien Kisumi no nació allí el lugar donde nació se llama Japón, un país en el plano de El Reino, un país casi idéntico a la Dinastía del Dragón por lo que gusta de lo que ve allí.
Onigiris y bañados en gyoza fue la cena de ese día. La niña comió en silencio, quietecita en su lugar, lentamente, a diferencia de sus hermanos que eran más sueltos a la hora de comer, el comió sereno, sin precipitarse, bebía algo de jugo cada tanto y Sakura no dudo en comer todo lo quise pues lo necesitaba mucho sin mencionar que es comida hecha por su hermano mayor, es toda la excusa que necesita para comer y comer sin mas.

También hay para ti, Kisumi-chan-Mientras le acercaba un vaso para ella también.

Así pasaron mucho tiempo y la noche profunda se hizo presente, entre risas y buen clima las horas pasaron. El joven acompaño a sus hermanas hasta su cuarto y luego de un par de historias y canciones se durmieron plácidamente, las dos juntas, en una imagen más que tierna.  De igual manera el se quedo un tiempo con ellas aun cuando ya estaban dormidas, acariciándolas, susurrándoles a los oídos, como si quisiera que sus susurros se tornaran sus sueños.
Lentamente salió de la habitación, ahora que ellas estaban dormidas se dirigía donde Logan, algo importante debe de haber pasado como para que quiera hablar con él a solas, de seguro algo realmente peligroso, pero eso ya era moneda corriente entre ellos.

Ese noche se decidiría el futuro de su hermano y la razón por la que luego desaparecería del mundo conocido por muchos años, por casi una década.

La cena se habia terminado y con serenidad se puso de pie, Sakura miro a sus hermanos y les sonrio para disimular, caminando de regreso a su habitacion, recordando con nostalgia de nuevo una vision borrosa, de ella y su hermano regresando juntos, claro esyaba que ella no desearia que nunca se fuera, pero... el destino quiso otra cosa.

Caminando de manera casi automatica llego a su habitacion y cerro la puerta despues de entrar, se recosto en la cama y sin darse cuenta de ello se quedo total y profundamente dormida.

Abrio sus ojos, y miro con asombro a su hermano sentado a su lado mirandole dormir , era algo realmente que le alegraba y no importaba el que , pero no dejaria que se fuera de nuevo, se sento y acaricio su rostro, acercandose a este y sin poder siquiera contenerse beso la conmisura de sus labios

-¿Donde estabas?, te he extrañado-

Mensiono con sinceridad y se abrazo a el sintiendo ese calor que tanto anhelaba de nuevo a su lado