El comienzo de una historia

El mercado como todos los días estaba lleno de gente. Allí todos miraba los puestos pero solo algunos compraban. Vendían armas, cereales, madera, verduras, juguetes, prácticamente de todo. O por lo menos de lo que era realmente necesario  en aquel mundo. Athena, tapada con una capa con capucha buscaba algo que llevarse a la boca y a ser posible, pillar a alguien despistado para robarle disimuladamente algunas monedas. Pero había algo en ella que la frenaba claramente a hacer cosas como aquella. al parecer no tenia sangre de ladron, aunque con el tiempo en el coliseo había descubierto que sin embargo no la importaba la sangre. Eran cosas que la resultaban curiosas, tener un freno para robar pero no sentir pena cuando corría sangre bajo sus manos.

Sus grilletes ya apenas dolian, ocultos entre sus ropas, su cuerpo se había adaptado a ellos con los años y ya eran casi como una prolongacion de su cuerpo. Sin embargo aun pensaba en pedir ayuda a alguien, ayuda para romperlos y poder salir de Puño de hierro sin miradas hostiles. Pero no se fiaba de nadie y por ello tenia que buscar otra manera de salir y el mercado era el lugar perfecto para ver como la gente extranjera entraba y salia sin mas. O simplemente los comerciantes.  No sabia a cuanta gente conocía, y eso la hacia desconfiar mas aun mas. Por ello trabajaria sola, cualquiera podria engañarla y odiaba a los mentirosos. Pero primero compraría comida, y después veria la posibilidad de entrar en algún carro que saliera de aquella ciudad. Quizas fuera todo seria mucho mas facil. Por el momento sabia que la perseguían dia tras día, lo unico que no acababa de entender era por que no habian pedido una recompensa por ella.

En otro lado del mercado dos hombres hablaban entre ellos, atentos a cualquier mujer con un aspecto parecido al de Athena. Uno buscaba sin parar, desesperado casi, mientras el otro miraba a mujeres con sonrisas cordiales que las hacian reir como adolescentes.
-Tío. Tomatelo con mas tranquilidad. No va a salir de esta ciudad, nadie puede salir fácilmente y ella ni tiene papeles ni nada. antes de salir acabara en las mazmorras. Dijo aquel que tonteba con algunas mujeres bellas al mas preocupado.
-¿y si logra salir? Debería hacerlo publico, poner precio a su cabeza.

-Es el descendiente de un traidor que murio hace años.¿como crees que se lo tomarian si se enterasen los altos mandos? Esto es cosa nuestra, y si huye, pues el marrón se lo comen otros. Vamos...relájate y vive la vida. Disfruta.
Y asi cerraron el tema, aunque el preocupado seguia en las mismas, alerta y expectante. Deseando tener una recompensa digna por devolver a la esclava a su amo, el que al parecer daba una buena suma de dinero aparte de algun que otro privilegio. Aunque tenia conciencia exacta de que escarlata, como asi la conocian en lo referente al combate iba a ser bastante dificil de controlar.

Sin saber como Athena se detuvo unos segundos mirando unos pasteles. No pudo evitar mirarlos con cierta nostalgia, como si alguna vez en su vida pasada los hubiera probado. Y se decidio por comprar unos pocos. Luego compro fruta y comida que no necesitaba ser calentada. Tras ello siguió mirando armas y carromatos, incluso la muralla, esperando encntrar una salida de aquel lugar maldito. Quizas podría volver a casa, tampoco la trataban del todo mal, pero... los ultimos meses habian sido insoportables para ella.

Athena, tras comprar uno de aquellos dulces y algo de comida para  disimular se separó del mercado entrando a una callejuela, para después perderse entre las calles y encontrar un lugar tranquilo y sin gente para comer tranquila. Pero lo que no sabía era que un hombre ajeno a todo había decidido seguirla para robarla. Una mujer sola en una calle que cada vez tenía menos gente. Una calle casi vacia, el lugar perfecto para un robo sin levantar muchas sospechas. Claro que sin saber absolutamente nada de a quien estaba persiguiendo, un posible fallo para él.  Cuando no vio a nadie a la redonda sacó un cuchillo y comenzo a aumentar su paso para pillarla por la espalda cuando estuviera al lado. Alli iba a haber sangre, la cuestion era que ambos iban a perder en aquella pelea si no llegaban a un acuerdo en el momento clave.

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Aquél día el Sol estaba en todo lo alto del cielo, no había mucho lugar donde ocultarse de él, Ethel llevaba caminando ya un rato curioseando en el mercado pero los rayos solares la sofocaban cada vez más, era hora de buscar una sombra donde pasar el rato hasta que alguna nube piadosa ocultara un poco la cálida luz.

Caminaba entre aquél mar de gente cada vez más sofocada y cada vez más molesta, en el camino escuchó a dos hombres hablando de capturar a alguien o algo así pero no le dió importancia, incluso uno de ellos le sonrió pícaramente cuando pasó al lado suyo pero lo ignoró tajantemente. Hacía mucho calor y su pesada capa no ayudaba pero debía llevarla puesta o sería peor para ella, entonces notó una calleja que ofrecía una sombra, su incomodidad ante el Sol sería más llevadera ahí, sería una buena idea adentrarse y sentarse un rato recargada sobre la pared y así fue, además estaba un poco solitario el lugar, qué mejor, Ethel nunca fue muy adepta a las multitudes y prefería lugares más apartados o solitarios.

Pero la quietud de su descanso se iba a ver aplazada por el paseo de tres personas que iban pasando por el lugar en ese momento, una mujer que al parecer buscaba lo mismo que ella en aquella calle sombría, otra que se veía preocupada siguiendo a la primera y un hombre que desde atrás las seguía cuchillo en mano y acelerando el paso, eso auguraba una escena no muy cómoda.

Ethel no se movió, pero tampoco esperó demaciado pues el tipo poco a poco se encarreraba hacia su víctima, la estrategia de la otra mujer para adevertirla no se le hizo muy inteligente pues plantarsele de pronto a alguien de frente podría confundir a dicha persona, detener su paso y gastar valiosos segundos en reaccionar de nuevo, así que observó bien el atuendo del hombre, su ropa no era de piel, que suerte, eran ropajes hechos de tela perfectamente flamable...

Envuelta en su capa y con la capucha cubriendole el rostro, sentada en el suelo sin mover un dedo sólo observó cómo de pronto, sin ninguna explicación aparente la camisa del tipo se prendió con una llama similar a la de una antorcha, llama que mientras más pasaran los segundos terminaría por quemar tod la ropa y provocarle varias quemaduras en gran parte del cuerpo, eso y la sola sorpresa de ver su ropa en llamas de repente debería ser suficiente para detenerle.

Athena seguía andando en aquel callejón sin dar mucha importancia al hombre que tenía detrás, pero como siempre, alerta. No se solían meter muchos por esos callejones y su guarida secreta era su único lugar seguro, pero podría ser descubierto fácilmente si la seguían. Pero en su camino una chica de pelo negro y ropas de colores oscuras hizo frenar al hombre, advirtiéndole. Él la miro algo temeroso, para finalmente hablarle titubeando.  
-Y voy ... a atracarte a ti también.... necesito algo de...di... dinero
Pero sus palabras acabaron convirtiendose en gritos cuando su ropa comenzó a arder. El hombre asustado empezó a tirar sus ropas ardiendo y salió corriendo hacia el mercado para pedir ayuda a los guardias que podía haber por la zona. Mientras gritaba "bruja" una y otra vez. Finalmente sus gritos se perdieron en la lejanía del callejón para quedar aquellas mujeres juntas. Athena no tardo en darse la vuelta y mirar a las chicas nerviosa. No entendía que acababa de pasar pero si lo que pasaría si se quedaban ahi. Irían a por ella.

-¡¡¡Vosotras!!! AGUAFIESTAS... Ahora vendrán por nosotras. Tsk... Teníais que haberos quedado quietas.

Gritó Athena molesta y con cara de pocos amigos. Apenas llevaba dias libre y ya podían volver a cogerla. Pero la primera impresión de enfado pasó a una de tranquilidad cuando penso que alomejor la habían querido ayudar. Miro a las chicas alli reunidas, sin apenas fijarse en la que se encontraba sentada y aparentemente pasiva. Mas la sorprendió la reaccion de la chica que tenía el pelo azul, quien parecia reirse como una loca.

-Perdonarme. Tampoco queria cabrearme con vosotras por ayudarme. Pero...debemos irnos de aqui rapido. Ellos van a venir y si me cogen, tendre que volver. Y a vosotras...no se ni que os pueden hacer. Vamos, seguirme. Cuando estemos a salvo hablaremos.

Dijo Athena decidida y andando por ese callejon. Luego por otro y despues por varios mas. Parecía un laberinto pero ella tenia bien clara la ruta. En el camino tuvieron que saltar por entre maderas  y herramientas, todo un circuito de obtaculos. Incluso tuvieron que arrastrarse por debajo de puertas y carros. Para porfin llegar a una casa abandonada y olvidada.

Spoiler:

Una vez alli Athena se sento y dejo la comida en el suelo. Luego cogio una manzana y se puso a comer felizmente.
-Bienvenidas a mi casa. O a  mi hogar o a mi antro... No sabria como clarificarlo. Peero nadie se acerca por aqui. Asi que podeis estar tranquilas.
Respondio athena mientras les ofrecía la bolsa con comida a las demas.

Vaya, era el agradecimiento menos esperado, nunca había oído a nadie vociferar de tal forma por ayudarle a prevenir un asalto, aunque tal vez los gritos del hombre refiriendose a unas "brujas" fueran lo preocupante, Ethel no sabía qué le hacían a las brujas en aquél lugar y quizá no era nada bueno, aunque ahora que lo pensaba... el fuego prendió ¿no? eso sólo quería decir una cosa, ninguno de los que estaban en el callejón, incluido el ladrón, eran humanos, si hubiera uno el fuego no habría encendido, eso le decía que en ese lugar de cada cinco habitantes uno sería humano, así que no creía que lo de la magia fuera el problema real, tal vez era algo más.

La voz de la chica a la que todo el mundo quizo ayudar se calmó un poco y dió indicaciones de seguirla, por un momento la cazadora pensó en quedarse quieta donde estaba, al parecer después de todo nadie se había percatado de que ella inició todo pero no conocía éste lugar del todo y quizá si la encontraban podría irle mal, además quería saber qué era lo que escondía esta chica.

Así que se levantó y sin quitarse la espesa capa comenzó a correr con el grupo de mujeres a lo largo de los callejones sorteando a veces ciertos obstáculos en el camino, el Sol estaba muy fuerte y Ethel se sofocaba cada vez más, justo cuando creyó que iba a desplomarse llegaron al refugio, una casa abandonada, el frescor recorría el improvisado hogar por cada una de sus habitaciones, el material con el que estaba construído aislaba el calor que hacía afuera, fue un alivio, Ethel sentía que respiraba de nuevo, aunque al principio le costó, hacer esos esfuerzos con la luz del Sol era contraproducente para ella.

Mientras caminaba a donde estaba la anfitriona sentada y acomodada Ethel dejó salir algunas toses, aún estaba recuperando el aliento.

-Gracias por la comida, pero no tengo hambre, sin embargo te acompaño sentándome aquí, gracias por tu hospitalidad.- Ethel sonreía amablemente y miraba el rededor, con las palabras de la chica era claro que se escondía de algo, entonces supo que la había podido meter en problemas, debía disculparse.

-Discúlpame por haber hecho todo ese alboroto, no quise meterte en problemas, creí que te ayudaría, lo siento...- tenía cara de vergüenza por la mala pasada y cansacio por el calor de antes, luego hizo cara de acordarse de algo muy importante y dijo -Soy Ethel, mucho gusto- miraba a las demás para presentarse ante todas, luego añadió
-mucho gusto Yami- indicando que atendió a su presentación.

-Si me lo permites... ¿de qué te escondes?-

El encuentro entre aquellas mujeres fue algo inesperado y problemático, pero la buena fe de Athena y su calma la hizo hablar tranquila para guiarlas hasta un lugar lejano y mas oculto. Por el camino simplemente se limitaba a ver que la seguian y a no equivocarse de camino o a encontrarse con algun guardia por el camino. Tras un camino algo complicado llegaron a aquel lugar al que la pelirosa llamo casa. Una vez alli todo se tranquilizo siendo algo mas relajado. Athena sonrio a los comentarios de la peliazul que le habia encantado su casa, sobre todo por vivir sola, y mientras escuchaba los nombres de las demas.

-Me alegro de que te guste mi casa jejeje y Ethel, no pidas disculpas. He de reconocer que ha sido divertido jajaja.

Respondía Athena entre risas para comerse una manzana a bocados con bastante hambre, en cierto modo agradecida de que ellas no quisieran comer ya que asi ella podria comer mas. cuando acabo de devorar la manzana volvió a hablar.

-Encantada. Yo me llamo Athena. Y..bueno...hace tiempo que no hablo mucho asi que me encantara contaros de que me escondo. Pero un momento.

Respondía la chica para coger dos bollos y un trozo de pollo y comerselo todo casi en un instante. Athena llevaba varios días sin comer en condiciones y cuando compraba comida solía comersela como si en cualquier momento tuviera que volver a salir corriendo. Cuando acabo suspiro y miro a las tres feliz.
-Pues...unos hombres me persiguen para llevarme de vuelta a la casa de mi amo. Para que lo entendáis mejor, soy una esclava y me e escapado. Asi que andan buscandome y a cualquier alerta estan ahi, para devolverme. Asi que...perdonarme por el follón que os he montado, pero no podía arriesgarme.
La respuesta era clara y la confianza enorme. Ya sea por que eran mujeres y pensaba que la entenderían, o por que la habian seguido sin preguntas tenia una gran confianza en ellas. Por ello les conto todo, aunque si tenian preguntas al respecto, las iria respondiendo tranquilamente.

La cazadora sonreía ante los divertidos comentarios de la chica de trenzas azules, le agradaba su forma de ser tan extrovertida muy contraria a la suya que se enclaustra mucho en sí misma y habla sólo cuando lo cree necesario.

-No creo que pueda quemar toda la ciudad pero lo de no despeinarme mientras lo intente es verdad- dijo con una sonrisa, creyó que en éste momento algpun chiste divertido era lo mejor para amenizar el ambiente ya que entre risas y sonrisas la confianza entre todas vendría y la agitación anterior se iria.

-Ciertamente "Chica fuego" se oye genial- dijo con otra risa -Pero igualmente a tí te viene mejor "Chica trenzas azules"-

Luego tras ecuchar a Athena todo tenía sentido y estaba muy de acuerdo con lo que dijo Yami, la esclavitud debe ser lo peor que le puede pasar a una persona y un sentimiento de tristeza le invadió al verla comer, seguro que le era difícil conseguir algo de comida, revisó rápidamente con la mirada entre los víveres que Athena traía, no creyó ver agua entre ellos, le hizo una seña a la "Chica trenzas azules" para que la siguiera y se fue hacia la entrada de la casa vacía.

Una vez ahí se asomó cuidadosamente para ver que no hubiese algún guardia alertado por el ladrón que anduviera buscandolas, no había ninguno, en su lugar había un niño que pasaba por ahí.

-Oye, ¿Quieres ganarte una moneda?-
-¡Sí! dijo el chiquillo-
-Muy bien, necesito que me traigas un buen cántaro de agua y...- sacando unas monedas más que depositó en la mano del niño le dijo -... también víveres suficientes para hacer una buena comida, parte de ésto también es para que traigas a alguien que nos traiga tablas de madera y un poco de tela pero es importante que la madera la dejen afuera de la entrada no quiero que pase nadie, ¿entendido?-
-¡Sï señora!-
-Muy bien, si haces bien tu trabajo te daré una moneda más de lo que te prometí-

El niño asintió con la cabeza y se fue corriendo a conseguir lo que le habían dicho. Ethel tuvo mucho cuidado de decir ésta conversación con la voz más baja posible sólo para que escucharan Jinx, si habia decidido seguirle, y el infante.

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