Bajo el secreto de las sombras [priv]

El viento fresco corría libre, soplaba tan agradablemente que se escuchaba silbar sobre la copa de los árboles a mitad de los campos, mecía sus ramas y acariciaba los pastos de enormes extensiones de área. Ahí no parecía haber más vida que la de los animales y la natura que florecía majestuosamente, tanto que no cabía lugar a dudas que había gobernado el terreno. Las aves trinaban alegres canticos que hacían ahogarse al silencio mientras que otras criaturas, en manada, avanzaban a saltos veloces para recurrir a un lugar incierto. Al alzar la vista y ver más allá podía saberse que no sólo se encontraban planicies, habían también grandes extensiones de bosque, lo suficientemente grandes como para hacer difícil el encontrar un camino de regreso si se extraviaba un alma ahí adentro. De hecho, algo parecía haberse perdido ahí…

Bajo la sombra de los árboles deambulaba una figura, el roce de lo ajeno al entorno hizo que se moviesen las suaves pasturas de la tierra y los arbustos, provocando un ruido a su paso. Aquello era cubierto por un enorme pedazo de tela oscuro que se posaba sobre la cabeza y hombros de una figura alta, esta se movía lentamente porque parecía tener dificultad para seguir avanzando, tal vez sería el espesor de la llanura o el cansancio mismo. A su paso, una serie de huellas sobre el suelo blando marcaban el camino recorrido. No eran huellas tan grandes pero si eran profundas, tanto como para decir que cargaba un gran peso sobre sí.

La capa de aquel ser era oscura, contrastaba de manera extraña con el ambiente, no se confundía por lo que sería fácil identificarla inclusive a los lejos de día. Para su suerte, el sol comenzaba a caer tiñendo el cielo de tonalidades rojas, rosas y púrpuras, y así ni las huellas ni la capa serían fáciles de encontrar sin la suficiente luz. Mientras tanto, aquel ser seguía caminando, pisando las ramas y abriéndose paso. Además de sus pasos, a menudo se podía escuchar su respiración agitada mientras movía las piernas. Y entonces un sonido extraño le hizo detenerse, disminuir la fuerza con que ganaba aire y agazaparse a un lado de un árbol.

Era imposible que un pequeño animal causase tal ruido, era claramente el ruido que una rama gruesa emitía al fracturarse. Aquel sonido no sólo le alarmó al extraño intruso de la capa oscura sino a varias criaturas que retozaban a sus anchas sobre los árboles. Sin pensarlo dos veces la figura se irguió con rapidez al identificar de dónde provenía el sonido y se echó a correr en dirección contraria. Su velocidad era sorprendente pero no difícil de alcanzar para alguien con el entrenamiento adecuado o con habilidad nata. Parecía no querer pelear pero ahora detrás, aquella figura tenía un depredador y no sabía, por la oscuridad que comenzaba a reinar, que o quién le seguía o si le habían identificado si quiera, solamente se limitó a correr tan rápido como pudo, escuchando ahora detrás de si un tropel de un ser que parecía estar frenético y neurótico.