Inicio del camino

Un Sol magnífico, espléndido, tan brillante y radiante que parecía que nada pudiese ocultar su brillo. Una ligera brisa, el rumor de las hojas y el cantar de las aves del bosque. Desde luego, ese tiempo era uno que hacía que la gente sintiera que la fortuna estaba de su parte, y como no, alegraba el ánimo de cualquier caminante...
No hubiera estado nada mal que el comienzo del viaje de Ruby fuese así, porque desde que había abandonado la fortaleza de su familia, el trueno había roto la extensa calma que había bajo un cielo de un color gris, casi negro. La noche en día, ese había sido el comienzo de su viaje; pero lo peor sin duda, el aguacero que caía sin clemencia sobre ella. La capa roja como la sangre, se encontraba completa y absolutamente pegada al cuerpo de la joven por la cantidad de agua que tenía encima. Apenas podía tragar más agua, y ahora, era tan solo un peso muerto de más, pero que al menos seguía evitando que el agua le entrara a los ojos. Las puntas del pelo de la chica se encontraban algo erizadas por la humedad y el resto de su ropa en condiciones ligeramente húmedas. Lo único bueno, es que podía usar a la enorme guadaña como cayado para ayudarla a caminar en mitad, del ahora, siniestro bosque.
Desde luego, no era su día.

- Rose... Hoy no era un buen día para haber salido de casa... Espero llegar pronto a la aldea.- dijo la chica hablando con el arma. Había pasado casi seis años sola en una fortaleza donde no había nadie vivo, así que, había desarrollado la costumbre de hablar con el arma. Así se sentía menos sola.

El motivo por el que no se había detenido a refugiarse de semejante tormenta, era porque tenía esperanzas de encontrar el poblado. Por suerte, el camino a través de la vegetación, que aunque estaba en mal estado, permitía ir hasta el lugar sin perderse. Lo sabía porque algunas veces iba allí, sobre todo en épocas de celebración y fiesta. Pero la chica ya no sabía cuánto más la quedaba para alcanzar un lugar cálido y seco. Las distancias cambian mucho desde un día soleado y cálido a uno húmedo y oscuro.
Pero Ruby no iba a rendirse. Continuaría hasta que no pudiera seguir caminando... Ojala hubiese alguien al que poder preguntar cuánto más la quedaba para llegar.

No tenía ni idea en qué momento debía haberse desviado, porque ya no tenía ni idea de donde estaba. Quizás el camino normal estaba tan deteriorado, que había tomado una senda del bosque por error en vez de ir por el sitio correcto. O eso, o en algún punto sólo se dedicaba a dar vueltas en cículos.
Por suerte, la chica era valiente y no le tenía miedo al bosque. O al menos de momento, quizás cuando los lobos aullaran a la luna, se asustara. Al recordar ese día tan malo en su existencia. Pero como de momento no había nada de eso, se sentía sumamente confiada.

Tras otros tantos minutos avanzando a ciegas entre árboles, decidió que era un buen momento para resguardarse de la lluvia. Así que, se dirigió a un enorme árbol que había en la zona, que tenía una copa frondosa, lo suficiente como para no dejar que el agua llegara al suelo y se estuviese seco allí debajo. Claro está, la chica nunca había escuchado que los árboles atraían rayos.

Ya la quedaban pocos metros para llegar, cuando observó que no era la única persona que había decidido ir allí. Había una chica más pequeña que ella de cabello azulado.

- Vaya, Rose, ¡que suerte! He encontrado a otra persona.- le dijo a la guadaña, la cual solo ofreció silencio.- ¡¡Hola!! ¿Te importa que me resguarde junto a ti?- dijo en voz más alta para la desconocida la escuchase.

Pero al terminar de hablar, pudo ver al lado de la chica, una sombra que había ignorado de manera deliberada, pero que provocó que soltará un pequeño chillido, y sacase la guadaña de su funda. Era un lobo.

-  ¡¡Sal de ahí, chica!! Tienes un lobo al lado.- dijo alarmada, acercándose para tratar de alejar al animal de la chica y que no se la comiese.

Era en parte un suicidio porque el lobo era casi tan grande como ella, no por nada era un huargo. Lo bueno, es que no era un licántropo- o al menos no lo aparentaba-, o ella se hubiese lanzado al ataque sin preguntar.
Obviamente, no pensaba que la chica viajara acompañada por él.

La chica no entendía como la pequeña de cabellos azulados podía estar al lado de tan enorme bestia, tan tranquila. La primera frase que emitió, Ruby apenas la entendió, por los nervios de encontrarse con un lobo de repente que podía hacerle daño a alguien. Pero la segunda frase, aquella que decía que eran compañeros, además de la actitud confiada de la chica hacia la bestia, la hicieron frenar de golpe. Aunque por culpa del agua que había en el suelo, se resbalo y acabó cayendo de culo.

- Ayayayayay... - se quejó volviendo a ponerse en pie. - ¡Lo siento mucho! Por haber intentado atacar a tu compañero.- se disculpó muy arrepentida cuando recuperó la verticalidad.- Espero que puedas perdonarme... Me puse nerviosa y pensé que quería comerte.

Parpadeó sorprendida cuando la chica que se acaba de presentar como Zafira,  como si no le diese más importancia al intento de ataque, puesto que no se había producido. Ruby extendió la mano y le estrechó la mano con energía y firmeza.

- Yo soy Ruby, Ruby Rose.- después miró a su lado, donde se encontraba la guadaña.- Y ella es Crescent Rose, pero podéis llamarla simplemente Rose.- cualquiera vería raro tratar un arma como si fuese una persona, pero para la chica, durante mucho tiempo su única compañía había sido esa enorme arma.

Después de la presentación, la castaña, colocó la enorme guadaña contra el árbol, asegurándose de que no iba a caerse. Nada más hacerlo, se acercó un par de pasos hacia el lobo, aunque aún lejos de él, porque aunque parecía tranquilo, podría comerse con tranquilidad su mano entera.

- Lo siento, señor lobo. Pensé que era malo.- dijo completamente seria al animal, en ningún momento se le pasó por la cabeza que cualquiera que la viera pensaría que estaba loca por hablar con un animal, a fin de cuentas, ella misma hablaba con un arma, así que, estaba acostumbrada a no recibir respuesta.- Pero me parece estupendo que seas bueno.- finalizó con una sonrisa.

Se retiró la capa de los hombros y comenzó a retorcerla para intentar sacarle todo el agua que había almacenado. La cual cayó como una pequeña cascada de nuevo contra el suelo. Posteriormente, depositó la capa sobre una de las ramas más bajas para tratar de que se secara lo que pudiera. Suspiró, no podía hacer nada con el resto de su ropa de momento, la cual estaba ligeramente húmeda. En ese momento se percató de que quizás pudiera molestar a los dos "inquilinos" de ese árbol, al haberse metido antes de que la dijesen si podía quedarse.

- Espero no molestar... Por cierto, ¿sabéis dónde hay alguna aldea o pueblo? Es que creo que me he perdido un poco por el bosque, y he acabado lejos de mi ruta inicial.

La castaña sonrió contenta de que alguien saludara a Rose, en general, cuando había hablado con la gente del pueblo sobre su guadaña, todos le decían que no era más que un objeto. Así que, cuando alguien ignoraba ese hecho y trataba a la vieja arma como a otra persona, le provocaba enseguida sentimientos de alegría a la joven de la capa roja. Sentía que Rose no era un arma normal y corriente, y por eso, la gustaba intentar hacer que hablase. Quien sabe, quizás fuese como algunas espadas mágicas que corrían por el mundo.

- Por supuesto que nos llevaremos bien. No suelo tener muchos amigos, pero cuando me cae bien alguien, no me gusta causarle problemas.- respondió la joven de manera animada y con una gran sonrisa que iluminaba su rostro.

Como estaba claro, la chica no sabía que Zafira no podía ver el mundo con sus ojos, por ello siempre pensaba que estaba hablando con alguien que habría visto todas las cosas en su camino, y por ello, que fuese la opción más fiable para preguntar por un pueblo o cualquier sitio donde poder cenar caliente esa noche.
Por ello, se quedó muy extrañada cuando la chica le dijo que no podía oler nada por culpa del agua en el ambiente. ¿Sería una de las bestias mágicas? Se puso tensa ante esa posibilidad, pero en ese momento, la chica de cabellos azules fue iluminada por la luz de un rayo, que mostró unos ojos con un velo cubriéndolos.
La castaña, se quedó algo azorada, sólo recordaba a su bisabuela con esos ojos, y sabía que ella era incapaz de ver por eso. Así que, la chica también tenía que haber perdido la vista... Aunque siempre creyó que esas cosas solo serían posibles cuando uno era mayor.

- ¡Lo siento! No me había percatado de eso... Yo... Lo lamento... - estaba nerviosa, no sabía bien cómo debía actuar. Porque, claro, su familia era una cosa y los desconocidos otra muy distinta, no sabía si con eso iba a causarle molestias.- ¿Y de dónde eres? Yo nunca he salido de este bosque, así que, conozco poco mundo... Pero sabes, creo que eres muy valiente al hacerlo sin poder ver. Hay muchos peligros en el mundo.

La castaña se quedó un tiempo sobre qué era Korolevstvo gnomov. sabía algo de geografía, pero casi toda era de su propio reino de origen. Aunque sus abuelos habían tratado de hacerle entrar todas las regiones del mundo más cercano, la chica detestaba estudiar, así que, la mayor parte de las cosas no habían conseguido que las memorizase. Pero por suerte el nombre le sonaba más o menos, aunque no tenía todas consigo.

- Ese es el Reino dónde viven los enanos, ¿no?

La geografía no la interesaba, pero las razas extrañas o los animales curiosos eran dos de sus grandes aficiones, además de las armas. Así que, muchas cosas de las que llegaba a recordar iban ligadas a las cosas que ella prefería por encima de todo. Obviamente, tras una respuesta afirmativa, le haría muchas preguntas a la chica de cabellos azules sobre ese lugar, los seres que vivían en él, y algunas curiosidades. A pesar de que Ruby no sabía mucho del mundo, le encantaría descubrirlo.

- ¿Y cómo es sentir el mundo?- preguntó con los ojos muy abiertos, curiosa por enterarse de eso, a pesar de que no llegaba a imaginárselo. Como cualquier persona que ha visto perfectamente toda su vida, la mera sensación de ver el mundo empañado o negro le parecía catastrófica.

La cara de expetación y adoración hizo presencia en el rostro de Ruby en cuanto que la chica de cabellos azules dijo que los enanos eran trabajadores. Le encantaba saber que conocía a alguien que los había visto en persona, o incluso que pudiese haber hablado con ellos. La información que podría sacar solo por lo que otra persona había percibido, ya le parecía algo tan genial, que miraba con ojos brillantes a Zafira. Por suerte para ella, no era un enano de verdad, o sino, tendría a la castaña encima toqueteando por todos lados para comprobar que era real.

- ¡Cuéntame más de ellos! Por favor - los ojos seguían brillando ilusionados... Pobre Zafira si decía que no, Ruby no dejaría de acosarla para que contestase.

Esperó la respuesta sobre los enanos, pero la chica del lobo contestó a la otra pregunta, la que había formulado antes. Por lo que los ojos de la castaña dejaron de centellear, pero escuchó con atención la respuesta. Aún así, no lo entendía del todo. No era fácil ponerse a pensar cómo sería vivir sin un sentido, quizás la vista sería el que más fácil de entender era, pero aún así, eso de no ver nunca, en ningún momento, tampoco se llegaba a entender todo. La sensación de no saber qué es lo que hay delante, y no poder remediarlo con tan solo abrir los párpados.

- Bueno... No he entendido eso de las energías, pero está bien que Zeit te ayude cuando te veas en problemas.- respondió con calidez. - En cuanto a mí, no he conocido a ninguna raza distinta a la humana, y esta es la primera vez que salgo de casa. Aunque no sé si debería llamarla así, porque tras cinco años con dos habitantes (la propia Ruby y Rose), son casi más unas ruinas.- contestó rápidamente para que Zafira volviese a contestar sobre los enanos.- ¡Venga! Cuéntame más de los enanos, porfaaaaa...

Los ojos volvieron a brillar ilusionados, mientras que no paraba de repetir porfa, porfa... Una y otra vez.

La castaña hizo un gesto de victoria cuando Zafira decidió hacer caso de sus peticiones y hablarle de los peculiares seres que vivían en las montañas. Se sorprendió levemente cuando el enorme lobo se movió para llevarle el staff a su dueña, casi como si le hubiesen dado una orden mental. Si no era eso, es que Zeit era muy inteligente.

Asintió varias veces con fuerza, mientras que le contaban cosas de los enanos, concentrada completamente en Zafira. Cosa bastante inusual, puesto que salvado el combate, Ruby solía tener una mente muy dispersa, con lo que se distraía con facilidad. Hasta una pelusa le parecía la cosa más sorprendente del mundo cuando intentaban enseñarla algo.

- ¡Woooo! ¡Sorprendente!- exclamó al enterarse de que el Staff fue un regalo de ellos, enseguida se acercó para merodearlo de cerca y poder verlo.- ¡Y además tiene habilidades especiales! ¿O no?

Ella había interpretado que lo de permitir a la peliazul caminar con tranquilidad por el mundo, se debía a alguna capacidad especial para "ver" sin ojos. Pero bien podría ser, que ella lo usaba de bastón, lo cual, la ayudase a tantear dónde había obstáculos.

Escuchó con atención y curiosidad lo que la chica de cabellos azulados contaba sobre su staff. Sin embargo, se sintió algo decepcionada cuando escuchó que no daba poderes especiales. Se había esperado algo más, sobre todo, viniendo de quienes venía, pero no todas las armas que tenían que hacer tan lejendarios herreros, tendrían que ser mágicas o especiales. Pero eso, indudablemente, no les quitaba la belleza y el cuidado del trabajo, que se reflejaba a simple vista.

- Bueno, de tener poderes, sería más espectacular. Pero es un objeto muy bonito... Ojala algún día vaya a las montañas y pueda pedirles un arma... Y claro está, hablar con ellos. - los ojos resplandecieron mientras que se encontraba metida en sus ensoñaciones, en las que conocía a susodicha especie.- Sería tan genial...

Ruby fue sacada de sus ensoñaciones rápidamente por las siguientes palabras de Zafira. Parpadeó confusa al principio, pero cuando su cerebro procesó la información se revolvió algo incómoda al principio, no estaba acostumbrada a los cumplidos, pero después sonrió de forma alegre.

- Gracias, nunca nadie había dicho eso de mí. Generalmente es que soy demasiado curiosa e hiperactiva para mi propio bien... Pero me alegra saber que hay gente a la que no le molesto.

La chica se sentía bien hablando con Zafira, hacía mucho que no se encontraba de manera tan tranquila hablando con otras personas, dado que estas siempre solían cansarse de la actividad que tenía Ruby. Sin embargo, a pesar de ser Zafira muy calmada, parecían congeniar bien las dos de manera natural.

- ¿Eh? ¿Qu-qué?- la chica creyó haber entendido mal a la chica de ojos dorados, pero no. La había escuchado perfectamente con lo de quitarse la ropa.
Se turbó ligeramente, dado que no era algo demasiado natural para lo que ella estaba acostumbrada. Ninguna mujer que ella conociese tenía tan pocos reparos en quitarse la ropa que llevaba encima.

- Imagino que no será ningún problema... Aunque por aquí no es demasiado habitual quitarse la ropa... Al menos, no hay hombres, si no, sí que hubiese sido más raro.- comentó.

Ruby se estiró ligeramente, se empezaba a sentir entumecida por no moverse, y también por el agua que había absorbido su vestido. Aunque por suerte para ella, la capa la había protegido de casi toda la humedad que caía desde el cielo en forma de pequeñas gotas.

- Eso sí, pero solo era un supuesto...- se quedó en silencio unos segundos antes de parpadear sorprendida por lo del amigo de la joven, o bien era cuando habían sido niños, o tenían una relación muy cercana.- Vaya, sí que tienes confianza con tu amigo Haru. Y bueno, no sé si te servirá de consuelo, pero yo tampoco conozco a mucha gente...

Eso no habría sido del todo cierto hace unos años, dado que con toda su familia, se reunía una gran cantidad de gente en su hogar. Y como todos vivían allí, al final, la castaña había llegado a conocer una gran cantidad de personas. Sin embargo, ahora que todos estaban muertos, el número de contactos que tenía se había reducido alarmantemente. Y más si desde el suceso, apenas había abandonado la fortaleza.

Para más relajación para Ruby, Zafira cambio de tema a uno más mundano. Así que, la joven se apresuró a contestar.

- Tengo quince años, y con Rose llevo... - se calló mientras que pensaba todo el tiempo que había estado con su arma.- Más de seis años. Aunque ella tiene muchos más años, ha pasado de generación en generación en nuestra familia, así que, no sé exactamente su antigüedad. ¿Y tú cuándo conociste a Zeit?- preguntó curiosa.

off:

La castaña miró a Zafira asombrada cuando dijo que casi tenía su edad. Hubiese jurado que la chica aparentaba menos que ella, aunque quizás se debiera a que la forma del rostro junto con el de los ojos de esta fuesen más redondeados, y por ende más infantiles, que los suyos propios. Ese tipo de cosas eran bastante habituales entre la gente.

- Como dice el dicho, las apariencias engañan. Había pensado que eras más joven que yo.- sonrió divertida del error que había cometido.- Espero que me cuides bien.- dijo al final bromeando.

Retomó la atención a la conversación cuando la chica siguió hablando sobre cuándo y cómo conoció a Zeit.

- Que amable tu padre al ayudarte a cuidarlo. El mio seguramente me hubiese regañado porque se le cayese el pelo en las alfombras.- musito alegremente, aunque en el fondo echaba de menos a sus padres, pero siempre trataba de llevarlo con optimismo.- Además con lo grande que es, seguro que su alimentación es bastante cara.

Sin embargo después de eso vino el silencio. Aunque Zafira parecía estar concentrada en algo. Cosa que extrañó a Ruby, que miró a su alrededor, no fuese a que las atacasen. Pero todo parecía en calma, incluso podría decir que la lluvia estaba amainando, dado que la cortina de agua se veía menos "opaca".
Pero volvió a centrar su atención en la chica de cabellos azulados cuando esta volvió a hablarla. De nuevo, sus ojos brillaron emocionados. ¡Una persona con habilidades especiales! Eso no era muy común de ver.

- ¡Increíbleeeeee! Eres la primera persona que conozco con esos poderes. O bueno, con poderes en general. ¡Hazme una demostración! Por favor... Uhm... Dime qué es lo que piensa Zeit, o un pájaro... O algo que esté cerca. Porfaaaa- y así continuaría hasta que Zafira aceptase.

La castaña inclinó ligeramente la cabeza a un lado, había que ser muy valiente para acompañar a un animal a una cacería, sobre todo porque, ¿y si le superaba su instinto animal por el olor a sangre y atacaba a su humano? Reprimió un escalofrío que lo dio pensar en eso, dado que imágenes no demasiado agradables de su pasado desfilaron por su mente.

Cosa que se empeoró cuando se percató de que el enorme lobo se acercaba a ella. Su corazón tembló por el terror de esa noche durante unos segundos, hasta que gracias a que se estaba ahogando, al contener el aire de su interior, tuvo que volver a respirar. Gracias a eso, pudo salir de la pseudo-ilusión que le había inculcado su cerebro al regresar a esa fatídica noche.
Intentó fingir normalidad, pero sabía que el animal al menos había percibido con claridad su terror. Así que, no sería raro que se lo comunicase a Zafira, en el caso de que ella no se hubiese percatado con sus super sentidos de ciega.

- Me imagino que tener el olor de uno de los animales de la cima de la cadena alimenticia no ayuda demasiado a hablar con ellos. Pero bueno, siempre puedes intentar tranquilizarlos por medio de la música. Mis abuelos siempre decían que eso amansaba a las fieras. Así que, quizás si cantas algo agradable antes, ellos no te vean tan amenazante.- sonrió intentando alejar toda mala sensación de ella. - Y aunque ahora estés tan limitada por el olor, sigue siendo una habilidad sorprendente. Ojalá pudiese tener una así.

La castaña asiente, atenta a la conversación, le encantan las historias relacionadas con poderes, y razas extrañas y/o mágicas. Así que, presta toda su atención a Zafira.

- Ya me imagino que te sueles acercar siempre con buenas intenciones hacia los otros animales, no te veo con cara de mala persona intentando hacer daño a otra persona, la verdad.- y así como había dicho, mentalmente le costaba poner a esa chica ciega como una asesina serial.- Pero quizás de esa manera ignoren el olor a lobo. No sé, es una forma de intentarlo.

A fin de cuentas, como Ruby desconoce la verdadera naturaleza de la chica de cabellos azules, no sabe hasta que punto el "problema" de que no se le acerquen los animales vaya tan lejos. Muy probablemente, de enterarse sobre la verdadera naturaleza de su compañera, no se lo creería. A fin de cuentas, ella siempre pensaría que tendría que ser un monstruo horroroso y terrible.

La humana sonríe con calidez al escuchar las palabras de Zafira. Para ella ya son amigas, aunque no lo diga. Quizás por esa manía de confiar tan rápido en los demás la hayan engañado más de una vez, pero confía en su instinto que le dice que la chica que tiene delante no es mala persona.

- ¡Por supuesto que la tendremos! O mejor dicho que la tenemos, ¿no crees?- sonreía con una gran energía alegre dentro de su cuerpo, las malas sensaciones no casaban bien con la castaña, así que, le era fácil dejarlas de lado.

La castaña inclinó ligeramente la cabeza a su lado izquierdo, a la vez que abría sus ojos en señal de extrañeza. No entendía muy bien eso de tener buenos sentimientos, pero como llevaba la palabra bueno delante, dejó de preocuparse por el significado profundo de lo que la chica de cabellos azulados la había dicho, y sonrió de manera algo infantil, puesto que lo hacía de manera amplia y sincera.

- Tú también eres una buena persona, Zafira. Y seguro que tu padre también lo es, me encantaría ir algún día a tu casa. Y así me enseñarías todas las cosas tan geniales que me has contado... - de nuevo los ojos de Ruby comenzaron a brillar demostrando sus ansias de conocer tierras nuevas.- Incluso... ¡Puede que tengamos alguna aventura de las que salen en las historias!

Su mente comenzó a divagar entre las ruinas del pasado, seres malignos, y sobre todo, objetos mágicos y legendarios que la acompañasen en esas aventuras imaginarias. Y como es normal, con peligros, pero no peligros letales. Cosa que en la realidad se vería puesta muy en duda, pero en la mente de la humana no había cabida a que la realidad no fuese completamente como en las leyendas e historias que se contaban en las tabernas.

Por suerte para Zafira, sus palabras consiguieron traer de nuevo a la realidad a Ruby. O bueno, al menos hacia el final de sus palabras.

- ¿LLuvia? ¿Pueblo? ¡Ah! ¡Sí! Perdona, me puse a imaginar y no me enteraba de lo que decías.- puso la misma cara que pone un niño cuando es pillado en mitad de una travesura y sin una buena coartada para mentir.- Pero sí, tienes razón. Es un incordio... Pero no se puede hacer nada contra ella, la lluvia solo puede controlarse a sí misma... O algo así, jeje. Aunque... ¿Tú sabes hacia donde estaría un pueblo? Porque yo estoy totalmente perdida.

No iba a decir que no sabía leer bien los mapas, y que además tenía el mismo sentido de orientación que un trozo de madera.

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