Epoca pasada, epoca presente

Había pasado ya varias semanas desde el día en que la raptaron. La princesa de Taurë Isil recordaba aquel día con nitidez. Como les emboscaron y mataron a su gente, uno a uno, delante de ella sin poder hacer nada de nada. Aquellos que la habían ayudado a escapar de esos que ahora la tenían presa, haciéndole de todo lo que deseasen. Su blanco cuerpo estaba magullado y sus muñecas y tobillos llevaban unos pesados grilletes a pesar que aquel que la deseaba la quería impoluta.

No sabía exactamente donde estaba, si en un bosque o en un reino. Cuando la sacaban de  aquella mugrienta tienda llevaba sus azules ojos tapados y el sol apenas le daba en el cuerpo, pues era al atardecer cuando volvían a moverse. Alguna vez se había quejado de frío y aquellos humanos solo se habían limitado a reír diciendo que solo los nobles tenían derecho a quejarse y ella en ese momento era simplemente una elfa que se había escapado de su señor y que así lo dirían a todos aquellos que preguntaran quien era ella. Nienna, estuvo llorando todos los días de aquellas semanas, no había nadie que la respetara como persona, mucho menos como princesa y eso la hacía sentir triste y desesperada pero...

Aquella noche fue extraña, algo inusual pasó que hizo que el cautiverio de aquella dulce elfa fuera zanjado. Todo había empezado como un día normal, le hicieron de todo y como era natural en ellos solo la dieron las sobras, pero algo en el ambiente parecía extraño pues la comida era mucho mayor ese día. Parecía que le había tocado algo al cabecilla ya que no hicieron nada, el campamento no se levantó, aquellos humanos se emborracharon como nunca lo habían hecho y eso a la dama Nienna le hizo un gran bien pues gracias a eso y un despiste consiguió escapar de aquellos seres. Lo que no sabia la joven o al menos no se había dado cuenta, es que ese descuido solo había sido una artimaña del jefe de los mercenarios para poder tenerla para siempre ya que una elfa que escapa de su dueño no es buena para ningún rey y menos para el suyo. Pero a él, le daba igual que fuera buena o no. Bueno, cuanto mas mala fuera mejor ya que era hombre de armas.

La doncella salió de la tienda y luego del campamento, Intentaba correr rápido pero no podía con los grilletes en los tobillos. Sólo conseguía hacerse daño, debía escapar cuanto antes y poner mucho por medio. Si se despertaban y encontraban la tienda vacía todo podía suceder si la cogían y sabía que sería muy malo. De lo que no se daba cuenta era que una sombra la acechaba.

Se cayó un par de veces, volviendo a levantarse para continuar con su carrera hacia la salvación, consiguiendo así poner mucho de por medio entre ella u sus captores. - ¿Massë naem? Bado ennas... (¿Donde estoy? Que lugar...)- Susurró notando extraños montículos que salían de la tierra. Una de las veces volvió a caer, notando entonces la arena algo mas fuerte debajo de ella. Sonrió feliz al darse cuenta. - Él taurë, Na él taurë (Un bosque, es un bosque) – sus susurros fueron mayores lo que hizo que su captor supiera seguro donde estaba y con ello consiguió atraparla. - Ya no te escapas, ya no he de entregarte a mi señor. Le diré que escapaste y no pudimos hacer nada. Hablará a su pueblo y pedirá que te encuentren y lleven viva para él matarte.- Los ojos de la elfa se abrieron como platos con el terror impreso en ellos, no había escapatoria posible para ella, al menos eso era lo que veía por la conducta del hombre y su proximidad. El humano sonrió con maldad. - Ahora lo comprendes princesita exiliada, mientras me sirvas bien o hagas todo lo que me apetezca y no me aburras estarás bien. Cuando ya no me sirvas te entregaré a mi señor, cobraré la recompensa y el te matará lenta y dolorosamente. - El hombre vio como la doncella intentaba escaparse de él, sabía que le vería odioso y repulsivo a pesar que tenía un gran atractivo para otro estilo de mujeres. La doncella tocó levemente el árbol
“Señor del bosque,
ven en mi ayuda.
Ayuda a la sierva,
que te lo ruega.
Busca y enséñame,
el camino a seguir.
Necesito algo,
para sobrevivir”
Mientras las palabras bullían en su mente y recitaba aquellas palabras, en su memoria aparecían aquellos días. Espléndidos y en algunos momentos felices de su niñez. Cuando su curiosidad por el hombre aun no había nacido. - La, pusta. Law cerin (No, para. No lo hagas) – Su voz dulce y melodiosa cual notas salidas de un laúd se oían temblorosas y llenas de horror.

No hace mucho tiempo que la Ensenada de Plata al perder su líder y al defensor de la misma llamado Olayer decayó mucho en su fuerza a la hora de defenderse o atacar, siendo pocos y en su mayoría abuelos, mujeres y niños el pueblo elfico se encuentra a merced de fuerzas mayores a ellos, siendo generalmente humanos los que fijan sus ojos en ellos, en este último caso algunos de los peores humanos que hay, los del Puño de Hierro. Hace poco más de 500 años el Puño de Hierro entro en guerra con los elfos liderados por Perceval expulsando a estos de su tierra y tomándolas para ellos mismos, en esa tierra dieron vida a lo que es hoy uno de los imperios más grandes del mundo, casi llegando al tamaño y poder de la legendaria Ilmora. Hoy día el Rey Dantew “acude en ayuda” del necesitado y golpeado pueblo elfico aportando 20.000 soldados imperiales para proteger y controlar a dicho pueblo, creando puertos y fuertes que sean de utilidad para todos, aunque los abusos rápidamente de dichas fuerzas humanas se hacen más grandes y notorios, cosa que se imaginó que pasaría tarde o temprano el senescal Rodrerick, pero no teniendo las fuerzas necesarias para hacerles frente no le queda más que comerse su orgullo y dolor, tratando día a día de mantener el espíritu elfico sin que este se quiebre, algo demasiado difícil para alguien que ha nacido en libertad y ha tenido el orgullo y felicidad de ver a la Ensenada de Plata en sus épocas de mayor gloria. Ahora estando el al mando solo ve como son esclavos del Puño de Hierro, aquellos que los echaron de su tierra, y ahora ese mismo reino 500 años después nuevamente vuelve a tomarlos para saciar sus necesidades básicas y primitivas de aquellos humanos racistas, así como también la necesidad de oro y plata, siendo esta última muy abundante en el territorio elfico.

Pero el actual senescal de la Ensenada de Plata no ha llegado a tomar ese puesto porque le corresponde por su título noble, tampoco ha sido un arreglo político ni lo ha pagado con dinero, nada de eso. El origen de Roderick es un origen humilde, su padre fue guerrero y leñador, y así el padre de su padre, y el padre de su abuelo. Roderick ha sido un aventurero años atrás, y su estilo de combate no es el del arco y la flecha, tampoco el fino arte de la espada larga, esa esgrima que practican los elfos no es lo mismo que utilizo el senescal en sus días de viajes y aventuras. El utiliza la fuerza de la naturaleza, pero no sobre los demás, los utiliza sobre su propio cuerpo. La fuerza del oso, las garras y los colmillos del lobo, las alas del halcón y los ojos del águila, la astucia del zorro, el usa las fuerzas prestadas de Gaea para convertirse en algo no humano a la hora de combatir. Acompaña ese poder con su escudo y su hacha de mano, pareciendo así más un enano de las poderosas montañas que un suave y dulce elfo, por lo que has de pensártelo dos veces si vas a meterte directamente con él, porque se sabe que puede romper cabezas como si estuviera cortando una mandarina en gajos. Ese valor en sus años de aventurero le han concedido a Roderick grandes aliados que muy pocos recuerdan, pero allí están para él cuando este lo necesita si la situación así lo permite, y este es uno de estos casos. El viento trajo consigo el olor del fuego y la ceniza, la lluvia se vio contaminada por el gusto a sangre, la propia tierra le pareció al senescal que se tiño de rojo en algún lugar del territorio elfico.

Esas son las razones por la que ciertas personas han estado siguiendo el rastro desde el lugar de los hechos hasta donde se encuentra ese campamento humano hoy día, demasiados descuidados y prepotentes en su accionar no han escondido su rastro ni sus intenciones, lo cual los hizo fáciles de seguir y localizar. Por ese territorio natural y antigua deambula el caballero y mano derecha de Sir Logan Sapprazzano Dy Nebuchannezzard como de costumbre cumpliendo las empresas encargadas por su rey y señor, salvador y mesías. Cabalga el caballero a lomos de un lobo huargo enorme, enorme y feroz. Sus ojos rojos resaltan gracias al pelaje blanco que cubre su cuerpo dejando saber que es un huargo de zonas ibéricas. Sabiendo que tenía que dirigirse a la Ensenada de Plata donde el terreno es tan salvaje y hoy por hoy parece lleno de peligros opto por una montura fiera y resistente, un animal que causa terror con solo verlo y que no tendrá problemas en moverse por terrenos difíciles.
Su misión consiste en cumplir un pedido del actual líder de la Ensenada de Plata y ex compañero de aventuras del grupo liderado por Sir Logan, el senescal Roderick ha solicitado ayuda en silencio y de quien menos se lo esperan, y el señor del sur del Puño de Hierro ha enviado a uno de sus mejores hombres, hombre cuya lealtad es incuestionable. El radiante caballero de cabellos y armadura dorada acompañado de su escudera y de algún que otro hombre más se encuentra ahora cerca de su objetivo, el cual es llevar con vida a una joven que posee en su sangre la realeza, siendo esta mujer la última de su sangre no está permitido fallar pues se perdería la sangre y la historia de una familia noble por completo.

Sigiloso como una sombra ese gran animal aparece a espaldas del humano el cual acecha de forma despiadada a una joven mujer que se encuentra encadenada y en el suelo rogando por su vida. Se escucha el rugido del huargo lo cual hace que todos los presentes lo noten, y así también noten al caballero impetuoso que se encuentra sobre tan salvaje bestia.

Spoiler:

-Vaya, pero si solo es un guerrero armado contra una joven mujer desarmada, atada y en el suelo, de seguro es un combate justo, un gran reto para alguien tan cobarde como vos- No se presenta tan radiante caballero, se introduce con sarcasmo e insultando a aquel guerrero que abusa de una pobre dama inocente, dama que de seguro es su objetivo pues a pesar de estar en ese estado tan deplorable el caballero radiante aun reconoce a una princesa en cuanto la ve.

Miraba al hombre que tenía delante, el humano que estaba detrás de su captor, las palabras sonaban extrañas para ella. Había aprendido en su cautiverio algunas, a pesar de eso,  ella no las entendía en contexto y mas con la velocidad con la que hablaba. Tragó saliva solo para ver como el hombre se daba la vuelta. - ¿Que es lo que quieres? No te metas en esto extraño, es algo entre mi amada y yo. - Dijo el hombre mientras se iba acercando y su mirada de desprecio se posaba en el jinete que allí había.

El hombre no pudo andar mas, unas ramas se enredaron en sus pies haciéndolo caer al suelo, a merced de aquellos que habían llegado en su ayuda o eso era lo que la princesa de Isil esperaba desde muy dentro de su corazón pues otros captores mas serian para ella la desesperación pura, caería en un negro abismo como el que había vivido hasta ese momento. Parpadeó un par de veces, intentando con ello discernir si eran amigos o no. Si ese grupo de humanos serían para ella sus salvadores o por el contrario unos mercenarios pagados por ese maldito rey humano. No sabía que hacer en ese instante, no tenía idea de que podía intentar pues ella jamás había concebido guerra aparente para su hogar, su bosque siempre había tenido las puertas abiertas a todo tipo de razas, su pueblo se escondía de ellos pero la comunión entre el bosque y los extraños siempre había sido total. Entrecerró los ojos para intentar ver algo entre las lágrimas que salían de ellos, pero solo vio como aquellas ramas que habían salido de la nada apretaban cada vez mas las piernas del humano. - La...pusta... (no...para...) - dijo con su dulce y melódica voz y cual canción de nada las ramas fueron aflojando lentamente su presa, tomando de nuevo de donde habían salido. La dama élfica suspiró aliviada, uno de sus dones era controlar a todo bosque al que llegara. Por eso era llamada la princesa de Isil, Nienna señora de los bosques.

A pesar de no hacer ruido, el oído de la princesa era muy fino, demasiado fino además el bosque le avisaba de todo lo que pasaba en su alrededor y eso hizo que la joven se girara hacia aquel lugar y el bosque actuó al unisono con ella. Una rama se dirigió donde se encontraba aquella extraña pero de nuevo su dulce, melódica y tierna voz se oyó en ese idioma, para muchos hermoso, que ahora ahora podía ser extrañamente peligroso. - pusta...taüre pusta (Para...bosque para) -  palabras que salían de sus dulces labios como notas de una oda, palabras tristes como una canción dedicada a la desesperación y la perdida de seres queridos, una canción de caballeros y dragones que acaban con la muerte del protagonista. Una llama que se iba extinguiendo poco a poco. El bosque paró y se volvió a donde pertenecía. Es  demasiado salvaje, demasiado odio y guerras. No es como otros. Pensamientos que traían recuerdos tristes a la dama.

Cerró los ojos, no deseaba saber mas, ver mas de lo visto. No había vivido para la guerra. Su padre se había encargado de ella que jamás  fuera una guerrera sino una sanadora, la libertadora de los suyos. Aquella que haría que todo fuera paz y armonía. - Manhyn herü nîn...Manhyn (Quien es mi señor...quien es) -  palabras que salieron de esos bellos, dulces y tiernos labios como notas distorsionadas y cansada de un laúd.

Aquel gran caballero ataviado en metal y oro ha vivido sus buenos años a pesar de que ahora luce como un humano mas del montón, excepto por su belleza y porte que lo hacen parecer sacado de esas cuentos que suelen aprender las doncellas desde niña, esos caballeros que se convierten en sus sueños del hombre ideal.  Alguien como él no se cree nada de lo que dice ese hombre, e incluso si fuera esa elfa su esposa intervendría de inmediato para colocar a ese hombre en su lugar. La mirada de ambos se encuentran siendo estas totalmente diferentes, como la noche y el día, una cargada de odio y malicie, la otra va cargada de bondad y galantería.

-¿Y he de suponer que he de confiar en vuestras palabras? No me lo creo para nada, una dama tan hermosa como la aquí presente no sería nunca vuestra por buenas obras. Confiesa y ríndete ahora cobarde, o sufre las consecuencias de tus cobardes actos-Increpa sin dudar el dorado caballero a ese hombre que le miente descaradamente y en su propia cara. Esta muy bien informado el honrado jinete sobre ese hombre, la gente con la que trabaja y la situación actual de la princesa elfica allí a gatas y privada de su libertad, pues para eso el está allí, para hacerle el favor a un gran aliado y para impartir justicia. Cuando ese hombre quiso avanzar hacia Albart la mismísima tierra se puso en contra suya, aferrando sus pies haciéndolo caer al suelo de rodillas. Cualquier persona hubiera aprovechado ese momento para terminar con el enemigo, pero el jinete en su honra no atacaría a alguien de rodillas y apresado sin posibilidad de defenderse.

-La propia tierra juzga tu vida que es una miseria, ponerse de pie y hacerme frente si es que le queda una pizca de ese orgullo que poseemos los hombres, si es que aun te consideras un hombre pedazo de perro sin honor ni gloria-Al final pareció enfurecerse ese caballero galante, realmente no le gusto nada lo que estuvieron haciendo esos esclavistas en tierras elficas. Por alguna razón la tierra comenzó a verse extraña, o al menos se mueve extraña, podría ser la voz de la elfa aquello que la mueve, después de todo esa raza es bastante famosa por su comunión con el bosque y los espíritus naturales que habitan en los mismos. Entre llantos y lágrimas logra escuchar a la princesa elfica preguntar quién es él, o al menos le pareció que la pregunta va dirigida a él puesto que su porte es acorde al de un gran señor, al de un sir o un Lord.

-Merö esselya na Albart Andrieske, Elendil nan (Mi nombre es Albart Andrieske, soy amigo de los elfos)-Responde el caballero de melena y armadura dorada en el mismo idioma en que formula su pregunta la pobre elfa esclavizada.

No nota para nada la presencia de más personas en las cercanías, aquel caballero honrado es muy bueno en el arte de la guerra, para la monta, para el combate, para llegar al corazón de la gente y lograr grandes proezas y hazañas, pero ubicar al enemigo oculto eso no es una especializada que el posea, eso es más bien para exploradores, guardaespaldas y espías. Por esa razón y algunas mas pasa Kuroyami desapercibida para él, pero no para el gran lobohuargo que si bien no arremete contra ella por estar más concentrado en el humano arrodillado en el suelo no pasa su presencia desapercibida.

Suerte para ellos que los humanos la mayoría están dormidos o borrachos, y muchos de ellos ambas cosas por las celebraciones del día anterior, razón por la cual no parecen haberse percatado de que la princesa elfica esta prácticamente libre y que su jefe de turno está a punto de ser asesinado sin piedad.

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El hombre miró con desprecio al caballero. - Y quien sois para meteros entre una pareja sino un rufián que lo único que desea es secuestrar a la bella dama de un caballero. - Su mirada se tornó desafiante, mientras se levantaba y miraba al caballero de melena rubia y porte aguerrido, interponiéndose entre él y su presa. Estuvo a punto de perder de nuevo el equilibrio cuando la tierra volvió a moverse y aunque su mirada se parecía la misma ira, su corazón sentía un leve miedo ante lo que podía pasar si de nuevo volvía la tierra a atacar, a pesar de conocer la debilidad de esa doncella élfica que tenía como prisionera. Desenvaino la espada, haciendo gesto de lucha. - si tenéis el honor que decís tener bajad de ese bello corcel o atacareis a aquel que se encuentra en desventaja ante vos, como un vil asesino. - Sus palabras salían como si las escupiera de sus sucios labios. Su dentadura aun perfecta denotaba como había sido antaño un caballero como el que se encontraba subido en ese animal.

Los ojos de la doncella, hasta ese instante apagados, tristes y asustados se iluminaron levemente al escuchar como el caballero hablaba en su idioma. - Adânîn tolthaich (Os envía mi padre) – preguntó con su melodiosa voz ahora algo mas vibrante y alegre. - Na nair sin, pedich nan hiron dhaer ( Si es así, decidle que me encuentro bien) – Ese tono distorsionado por la tristeza se volvió a oír, la dama no sabía que su padre había muerto junto con los guerreros que salieron con él

La elfa se sobresalto al escuchar una voz detrás suya, y un abrazó que hizo que cerrara los ojos esperando, rezando que ese bosque no notara el miedo que recorría su corazón y atacara. Solo sentía una extraña oscuridad y unas palabras que por si solas conocía pero que juntas no entendía. - … - intentó hablar con ese miedo, buscando los ojos del hombre de armadura dorada, pero que se desvanecía por el humo usado por la chica que estaba a su lado y a la cual temía.

La situación allí en esos bosques para alguien como Albart es tragicómica, o al menos así lo pinto ese cobarde delante suyo que se hace llamar caballero y no solo eso, se atreve a llamarlo rufián que roba novias y cobarde. Normalmente simplemente dejaría que el huargo se diera un festín con ese humano cobarde, pero en esta oportunidad tiene a una dama elfica con linaje de princesa viendo por lo que no le quedo otra más que sonreír y bajarse de un salto de su montura aceptando así el reto de que alguna vez fue caballero. Al descender del gran y feroz animal dio unos pasos al frente lleno de confianza sin temor a nada ni a nadie. Su capa blanca inmaculada flamea por si sola incluso cuando no hay tanto viento como para que ejerza dicho movimiento. El retador hace gestos de lucha con su espada, mas Albart solo se ríe y escucha la suave voz de la elfa que habla desde mas atrás preguntando por su padre, algo que luego deberá responder el bizarro caballero mas primero el duelo, luego todo lo demás.

-Me desafías por la espada, irónico, sabréis vos que yo no soy una suave dama a la cual poder atemorizar-Menosprecia de principio a fin aquel que se da caballero frente a él siendo un ser tan cobarde. Toma una postura de batalla de lo más osada, pero que alguien muy experimentado en el combate puede conseguir sacar ventaja segura con ella al ser algo imprevisto y poco común.-Dirán al menos que volviste a actuar como un hombre antes de morir, eso será motivo de alegría para algunos pocos-Agrega el caballero del sur del Puño de Hierro en voz alta mientras espera a que ese hombre lo ataque y encuentre en ese momento su muerte. Albart es conocido por permitir que el enemigo lo ataque primero y luego si comienza el combate el cual suele terminar instantes después de que el enemigo levante sus armas al menos una vez.

Spoiler:

Parece que todo se dará con normalidad para el caballero renombrado, o eso pensó hasta que una intervención imprevista se dio en ese lugar cambiando los planes de Albart que escucha la voz de una mujer y luego al mirar hacia la elfa la ve desaparece debido a una gran cantidad de humo que se ha producido de forma súbita e intencional.

-¡Aranel!(¡Princesa!)- Grito el caballero desesperado.

La urgencia del caballero fue clara y visible, tanto así que paso de lleno sobre su enemigo con la espada en las manos de una forma increíblemente veloz, como si el acero en sus manos no le pesara nada. Lo que tardo en acercarse al enemigo y liberar su golpe de forma completo fue lo que tardaría un hombre en parpadear, lo que tarda en cerrar y abrir el puño, un segundo es lo que le tomo a Albart romper la tierra del suelo, el acero de la armadura del enemigo y luego su carne y hueso. Una mitad de lo que fue hace segundos atrás un hombre cayo allí mismo en ese lugar, la otra fue a parar varios metros a un costado siendo un espectáculo grotesco y violento que por suerte la suave elfa no llego a ver con sus hermoso ojos verdes claros.

Sin dudar se dirige donde el humo se concentra siendo el lobo huargo el que primero se adentra allí furioso en busca de alguna presa a la cual hincarle el diente. De por si no le agrada la presencia de esa que se ha llevado a la mujer con la cual su jinete entablo conversación en un comienzo. Ver a su jinete alterado altera más a la feroz bestia que se mantiene más o menos tranquila gracias al caballero, sin control de este no hay nada que lo detenga en su afán de cazar y alimentarse, matar para mantener su condición de depredador es vital para una bestia de tamaña envergadura.


-¡Devolvedme a la princesa! Decidme qué quieres y llegaremos a un acuerdo, su vida y bienestar es prioridad para mí- Lo que desea se le entrega al secuestrador, su misión debe ser llevada a cabo sin error y todo lo que necesita como caballero y héroe que es el es rescatar a la princesa elfica cueste lo que cueste.

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El hombre miró al de armadura dorada con curiosidad malvada e inició el combate con una gran estocada que iba al corazón de caballero, pero de nada sirvió pues este con una gran maestría apartó esa espada algo mellada, que si tocaba al caballero podría hacerle mucho daño. Las estocadas eran continuas de la misma forma que las paradas espectaculares que hacía el contrario. En un momento el hombre de caballera rubia se despistó por algo y el rufián con una malvada sonrisa atacó por la espalda, cosa que hubiera conseguido sino fuera porque una estocada certera partió en dos al hombre que no habían visto venir aquel ataque.

En el árbol, la princesa de Isil miraba atónita el lugar, no entendía lo que había pasado y menos quienes eran esos hombres y esa mujer que le hablaba en un idioma que desconocía a pesar de ser tan parecidos al de sus captores. Consiguió ponerse en pie y dar unos pocos pasos, alejándose de aquella extraña escena y aquella gente que aun no podía pensar que fueran amigos. El bosque protegía a la elfa aun cuando ella no lo pidiera pues el bosque y ella eran como una sola persona, un solo ser que siente como dos aunque pensaran diferente. Las ramas de los árboles se iban moviendo, dejando cubierta a la dama de los bosques, tal vez dispuestos a atacar a aquel que intentara acercarse a ella.

off rol:

Aquellos enemigos que se interpusieron entre él y la princesa elfica ya no se encuentran allí, no al menos de parte de los humanos. Ese que se hacía llamar a si mismo caballero abandono el mundo de un modo certero y violento, por lo que aquellos humanos en grupo solo causaran problemas más adelante cuando comiencen a despertar de la fiesta de la noche anterior. Ese será un problema para los presentes más adelante, ahora cada cual tiene sus propios problemas, Albart el de salvar a la princesa, la princesa el de escapar y Kuroyami el de que no la maten en cuanto la alcance ese huargo o el caballero de dorada armadura.

El caballero ya hizo escuchar su voluntad de negociar pero no recibe respuesta, por lo que el huargo al no tener ninguna voluntad que lo ate puede actuar conforme su naturaleza la cual es la de un feroz cazador. El aura de esa chica para el huargo es algo maligno, está muy mal y es muy amenazante y a él no lo amenaza nadie, por lo que como todo animal mata para comer o evitar ser comido. Se abalanza contra la chica sin dudarlo ya que sus sentidos a pesar de estar mal en el humo tampoco están completamente ciegos ni anulados, solo será algo mas difícil dar con esa pequeña humana de aura rara.

El caballero por su parte al no recibir respuesta comenzó a bordear el humo y a prepararse para un combate en serio puesto que si el enemigo no quiere negociar solo le queda eliminarlo y tomar a la princesa con sus propios medios, algo que parece muy difícil pero no imposible. Rodea cómo puede el caballero la cortina de humo que se genero allí mientras con la vista busca o a la princesa o a la chica, cualquiera de las dos mujeres es su objetivo a seguir. Mira a un lado y al otro pero ni señales de la princesa, no hay huellas, marcas, sangre de heridas, tampoco ropajes rotos, nada de nada, nada que marque en qué dirección pudo haber ido por lo que el caballero se siente mal, su corazón duele pero aun así no se deja derrumbar y guía su espada hacia el único enemigo que parece estar en las cercanías, tendrá satisfacción y respuestas ya sea como un caballero sociable o como la espada de la justicia que el es.

El lobo ataca sin dudar con colmillos y garras por delante, busca morder el cuerpo enemigo y romperlo todo, trozarlo y destrozarlo para despues darse un banquete de sangre y carne caliente, suculento y sabrosa presa tibia es lo que quiere el lobo huargo allí mismo.

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Su cuerpo seguía temblando, rodeada como estaba por las raíces de los árboles, cual escudo protector, que hacía tal vez de relax para ella. Un pequeño refugio desde el cual oía aunque no viera por donde venían, entrecerró levemente sus azules ojos como sopesando aquellas palabras que oía, con ese tono desesperado de aquello que no deseaban luchas, que solo vienen a proteger. La princesa de Isil solo entendiese una palabra “llamo” y luego varias que no entendía como “Kurayami” y a pesar de eso comprende que es el nombre de aquella mujer.

Sus delicadas manos tocan una de las raíces, lo que produce que todas se vuelvan a su lugar, la tierra y comienza a caminar lenta y pesadamente hacia donde oía esa voz. Solo unos pasos hasta que sus piernas flaquean y tienen que sujetarse en un árbol. Cierra los ojos por un momento y una de las ramas la toma por la cintura, dejándola en el suelo con delicadeza, cual pajarillo herido, cuidada con ternura por ese árbol que la deja entre sus ramas, como si durmiera en un lecho de ternura y suavidad, protegiendo a esa joven elfa de bellos cabellos de oro.

Nienna sabe que eso será malo como dice su mente, debería levantarse y seguir corriendo a pesar de que ese humano diga todo lo que había comentado minutos antes. También esos hombres que la tenían habían dicho que eran amigos de los elfos y sin embargo fue todo lo contrario. Su corazón era diferente, le decía que eran amigos o al menos gente que no la dañaría en ningún momento. A pesar de todo su cuerpo no reaccionaba, su delicadeza la mermaba y su ser estaba demasiado destruido para intentar cualquier cosa. Si esos seres eran enemigos estaba a su merced sin poder remediarlo y si eran amigos podían protegerla hasta que estuviera lo suficientemente recuperada para poder volver a su reino y salvarlo. Un reino que esa ingenua princesa no sabia que estaba destruido y su rey muerto.

Mientras el caballero de armadura dorada busca alguna forma de seguir el rastro de la princesa elfica su montura se enreda en un combate a muerte con esa mujer que tomo a la princesa en sus manos antes de que Albart pudiese hacer algo para evitarlo. Ingreso de lleno al humo el huargo y una vez encontró a su objetivo se le fue con todo, sus mandíbulas se cerraron y sus dientes chocaron unos contra otros saboreando el viento, viento con falta de carne y sangra en el, eso fue algo que no agrado nada al gran animal feroz que quiere hacerse con el cuerpo de Kuroyami y tras destrozarlo devorarlo. Más allá del humo apareció la Sangre Antigua, y al hablar fue visible para ese enorme caballero que la observa y escucha atentamente con mira feroz, casi tan feroz como la de su lobo huargo.

-Tus acciones demuestran lo contrario. Raptas a mi princesa y ahora me venís con que no queréis pelear ¿Tengo cara de tonto acaso?- Sentencia de un modo muy duro ese caballero a la Sangre Antigua, sinceramente no le cree nada, ni sus palabras ni el tono en que las dice, nada en ella le da confianza. Esa mujer se expresa de un modo que no agrada al noble caballero que sirve al rey carmesí, y ni hablar al feroz lobo que emerge desde la cortina de humo para dar caza a la presa que se le acaba de escapar por un pelo de entre sus colmillos.

-A por ella Icefang, no la matéis, aun tiene que decirme donde ha llevado a la princesa Nienna- Dio sus ordenes ese caballero, ordenes que ponen en parte feliz a su feroz y brutal montura, pero el no poder matar a su presa es algo que no le agrada nada, por lo que sin duda atacara a matar, después de todo es una bestia y no está en si el controlarse, este caza y mata, no es un simple perro domestico al que se le puede ordenar algo así como así. -Bajad las armas, entonces considerare el perdonaos la vida- Da su orden el imponente caballero, orden que puede ser lo único que salve la vida de esa chica muy joven de origen de la Dinastía del Dragón. Mientras eso pasa el huargo se abalanza contra Kuroyami, quiere acabar con esa cosa de apariencia humana antes de que decida rendirse o huir, ese es el único modo en que podrá saborear una presa joven y caliente en ese día ya que rara vez su amo le deja matar a alguien solo por el hecho de alimentarse.

No es aquel caballero uno de esos a los que les gusta fallar en una misión, menos cuando es una misión para su Señor, e imposible de admitir si la vida de un inocente y puro de corazón se encuentra en juego. Este pedido de rescate llega por pedido del senescal de la Ensenada de Plata, aliado fundamental para el grupo que sigue al rey carmesí, no puede fallar. Da su orden Albart y su montura ruge a la mujer antes de finalmente ir a por ella. No había tardado nada Albart en agregar más palabras al asunto, y esa chica ante la difícil situación tomo aquella que parece la única opción que le queda si quiere sobrevivir, rendirse y cumplir con las exigencias del caballero.

-¡Alto Icefang!-Exclamo el amo a la bestia y esta por poco obedeció, cerro su boca casi sobre el rostro de Kuroyami haciendo sonar los dientes de una forma bestial. El aliente de la bestia le llega de lleno en el rostro a Kuroyami, y el huargo es mucho más grande que ella ahora que esta de rodillas ante la misma.-¡Tranquilo Icefang, tranquilo, ven a mí, aquí-Se puso algo firme con su montura el caballero, la conoce y sabe que el miedo más hambre le da y más enardecida y violenta la convierte, a tal punto que es sumamente difícil de controlar. Termino obedeciendo a regañadientes a su amo aquella bestia, aunque retrocedió dando pocos pasos para atrás sin perder de vista ni un momento a su desea presa.-¡¿Que sucede amigo? Es muy raro en ti...Al parecer hay algo en ti que le desagrada mas allá de lo normal...Y a mi también, algo no está bien aquí...-Se pone pensativo el caballero al ver tan violenta a su montura,  que si bien esta es muy feroz es muy difícil que desobedezca sus órdenes.

-¡¿Quién eres? ¿Para quién trabajas? Y por sobre todos esos asuntos ¿Donde está la princesa Nienna? Contesta con honestidad y sabiduría, porque podrían ser las últimas palabras de su aparente corta vida-Eso si ha sido duro, y directo, no está para juegos aquel hombre que acaricia la parte superior del lomo del huargo, casi puede decirse que esta aferrando su nuca. Y realmente la esta aferrando con fuerza, ya que parece que allí tendrán problemas. A todo eso pueden sumarse más problemas para la chica si el caballero logra visualizar y distinguir los extraños rasgos y movimientos de su sombra la cual pueden condenarla como una bruja, una demonio o lo que sea, pero eso no será nada bueno para ella.

La reacción del lobo huargo fue muy violenta, obligo a Albart a interceder de inmediato para que no termine destrozando y matando a la chica que ya se ha rendido a los deseos del caballero que busca con mucho énfasis a la princesa elfica de nombre Nienna Anarion. Las palabras de esa chica no le caen nada bien al honrado caballero y se lo hace saber a la brevedad.

-Esta muy equivocada, no hables de mi compañero como si lo conocieras en profundidad-Fue bastante tajante en ese sentido, el comportamiento de su montura es extraño y esa chica parece ser la causa de todo ello. La mira con detenimiento y mientras observa a la chica escucha sus palabras, su respuesta, su relato el cual no le termina de convencer para nada. Tanto observarla nota las sombras extrañas a su alrededor, ya ha visto muchas de esas como para no saber que se trata de una muestra maligna de su alma, demonios, vampiros y personas malditas suelen demostrar esas que son ecos de su alma, su esencia.

-¿Cómo creer las palabras de un demonio? Tu alma esta oscurecida y corrupta, se ve claramente a simple vista, esa es la razón por el nerviosismo de mi montura. Los animales suelen ser más sensibles a esa clase de auras y sensaciones, posiblemente lo haya olido en ti, el hedor de tu esencia corrompiendo el aire…-Hablo con claro desprecio aquel caballero, si faltaba algo para que esa situación sea aun más desfavorable para Kuroyami era eso, el que notasen sus extrañas sombras y la tomasen como a un demonio. Se sintió el sonido del cuero al estirarse, eso se debió a que aquel hombre alto de cabellos rubios aferro con fuerza su espada alrededor de la empuñadura de su espada y sus intenciones…Eso es algo que ella ya debería saber de antemano.

-Icefang, busca a la princesa Nienna, tiene que haber dejado algún rastro por aquí, pisadas, su aroma, sangre, algo tiene que haber por aquí-A la orden del caballero el lobo huargo comenzó a hurgar de un lado a otro buscando aquello que su amo necesita con tanta urgencia, así al poco tiempo quedaron solos hombre y mujer, siendo el primero quien comenzara a caminar hacia ella con la espada en las manos, y una expresión de lo más seria en el rostro.-De pie, con las manos donde puede verlas-Le ordeno aquel hombre mientras su espada comienza a apuntar lentamente hacia el cuerpo de la jovencita que hasta ese momento había estado de rodillas ante él.-Mas os vale que consiga encontrar a la princesa Nienna, de otro modo cavaras tu propia tumba con tus `propias manos, para que así te arroje dentro de la misma una vez haya acabado contigo- La cosa se oscurece mas y mas para la Sangre Antigua que se ha metido en el problema más complicado para ella en ese mundo hasta el momento. Señalo con su rostro para que se voltee y con la punta de la espada la empujo por su medio espalda para que camine en dirección donde la espesura del bosque es mucho mayor que donde se encuentran.

Mas tarde de algún lugar del bosque les llegarían ladridos, rugidos y luego un largo aullido, eso preocupo mas a Albart quien apuro a Kuroyami a caminar en ese dirección.

-Cuidado con lo que intentes hacer mujer- Fue su advertencia, aun le apunta con su arma, y ha demostrado ese caballero ser alguien realmente rápido para su tamaño y para la clase de arma que utiliza. Cuando llegaron hasta el huargo encontraron dos perros de gran tamaño muertos, desgarrados y destripados de forma brutal, y el lobo huargo ensangrentado y cortado en algunos sitios del lomo ladrando en dirección a un gran árbol, como si hubiese acorralado a una pequeña liebre o similar.

-¡Icefang! Ven aquí amigo, ven aquí, muéstrame que has encontrado-Aquel hombre se ve impaciente, muy expectante de lo que sea que su montura haya conseguido encontrar allí.

Las ramas que cubrían a la princesa comenzaba a moverse y a atacar. Aquello perros no se podían acercar, parecían lanzas contra ellos. Dentro de aquella extraña cuna que había hecho el árbol, una dulce princesa, se movía inquieta en una pesadilla. Las raíces se alzaban, dejando a los perros encima y desequilibrados para las ramas que hacen de armas y destruirles. Esa parte del bosque de pronto se quedó en silencio e inmóvil al ver a todos muertos y al mas fuerte huyendo. En ese momento nadie diría que hubo allí moviéndose salvo por la hierba destrozada allí donde estaban las raíces y la tierra removida.

El bosque entero parecía estar al acecho, esperando un desliz de las personas que estaban amenazando a su princesa. Deseando atacarles para que no la encontraran, matarles de la manera mas atroz posible. Eso era lo que esa pesadilla hacia en ese tranquilo bosque, la dama Nienna había estado escondida en su mundo, tranquila y relajada. Las pesadillas jamás habían formado parte de su vida hasta que fue secuestrada, torturada y vejada una y otra vez sin que ella pudiera evitarlo. En ese momento su mente era el único obstáculo para esas pesadillas y el cansancio que tenía en ese momento era lo que había provocado que aparecieran en su cerebro y en su corazón.

Quedaron por momentos solos el caballero y esa mujer que todo parece indicar que ese es el último día de su vida, ya se la puede ver fácilmente muerta y enterrada en esos vastos bosques. Se ve claramente el miedo en ella, pero aun así tiene el valor de hablar ante ese hombre que en el mundo de donde viene la Sangre Antigua hubiese sido sin dudas un héroe de leyenda. La mirada de ese hombre se vuelve dura, ya estaba serio sí, pero ahora parece que se está enfadando, y cuando las personas se enfadan suele haber violencia, en especial si las partes no llegan a un punto en el que se sientan satisfechas.

-Supones tu que debo creerte ¿Cierto? Arruinas mi campaña, los deseos de mi Señor y de nuestros aliados…Uno no nace simplemente con el demonio dentro de uno, vaya a saber quiénes fueron tus padres, o tal vez, los deshonraste, eso es muy común-Así le responde mientras ella se ponía de pie obedeciendo las ordenes que se le imponen, eso es lo mejor para ella sin dudas. Ella hace una petición, pero el caballero no parece estar muy dispuesto que digamos a escucharla, y mucho menos a cumplirle algún favor o deseo.

-Esta espada queda a mi custodia-Le dice agachándose sin perder de vista a la chica, y luego recoge la espada que estaba tirada en el suelo para tomarla en su custodia, no le entregara el arma a ella, es algo bastante peligroso y estúpido el hacerlo. Así caminaron hacia donde provenían los ruidos de pelea, allí encontraron dos canes muertos, el huargo los destrozo sin dudar, y algo mas, ese animal extrañamente fue atacado por las ramas de los arboles unos metros más delante de este. La chica observa también el lugar y pide permiso de bajar los brazos, algo que no aceptara tan fácilmente aquel hombre que es bastante precavido en su accionar.

-Claro, quiero las manos tras la espalda, y cuidado con lo que haces- Le da nuevas órdenes a la mujer mientras el huargo se lame las heridas, observando fijo hacia un lugar determinado. Albart se mantiene tras Kuroyami y guarda su espada en su mochila, para así tenerla en completa custodia. -Es extraño…Demasiado extraño, tu, y ahora esto-Comenta el caballero, esperando que ella obedezca y usar unas cadenas para atarle las manos y evitar que use armas con ella.