Forastera

Los cálidos rayos del Sol habían desaparecido racias a las repentinas y grises nubes que se habían hecho paso a través del antes azulado cielo, éstas tomaron posesión del mismo adueñándose de cada rincón a la vista, de las oscuras nubes comenzó a llover. Era una fina cortina de lluvia con pequeñas gotas pero persistente, muchos seres que recorrían las calles se escondían en sus casas o cualquier pequeño techo que encontraran pero uno, o mejor dicho una, emergió como invocada por las lágrimas celestes.

El sofocamiento de la luz del Sol había terminado por fin, se había visto forzada a buscar una fresca sombra que con dificultad encontró arrimándose a una construcción que bien podría haber sido una casa, su espesa capa la protegía de los rayos solares pero aún así era mucho el calor de ese día y el efecto fue el mismo que si no la llevara puesta, ahora se pudo quitar la capucha de la misma y sentir en su rostro cómo aquellas gotas llenaban de un aliviante frescor su cuerpo y el ambiente.

Echó a andar entonces aunque sin un rumbo fijo, como siempre,entre las calles, tal vez buscando un nuevo objetivo de caza, tal vez buscando una nueva compañía, tal vez abriendo los brazos a la aventura.... nunca lo sabía, nunca sabía que buscaba, sólo vagaba de aquí allá presa de las concecuencias y del vaivén de la vida.

El oscurecido y nublado día se transformó en noche, las nubes hinchadas ahora negras seguían lagrimeando, a lo largo de las calles se formaban charcos de tamaños variados, habían secciones en algunas calles en las que no se podía pisar a gusto porque un charco enorme cerraba el paso; las pisadas de Ethel sonaban al pisar uno anunciando su presencia a la quietud de la noche, las calles ya estaban completamente vacías, Ethel necesitaba encontrar un refugio, buscaría una posada pero no conocía estos rumbos y no sabía muy bien a dónde ir, a demás comenzaba a tener hambre y no acostumbraba a llevar proviciones, no por ser poco preparada si no porque cada vez desde su "despertar" ha disminuido su apetito y hoy era uno de esos días raros en los que su cuerpo le decía que tenía que comer algo.

Pero una necesidad más oscura estaba despertando en ella nuevamente, su adicción comenzaba a abrirse paso en su ser, se había abstenido hasta el momento porque ya no le quedaba mucho del líquido rojizo en el vial en el que lo guardaba. Sus manos comenzaban a temblar, llevó su derecha dentro de la capa buscando el vial, sus dedos se encontraron con el rígido y frio vidrio, lo sacó y miró el contenido, comenzaba a jadear levemente al verlo, abrió la tapa de corcho y el aroma a sangre manó del mismo, pero no era un aroma a sangre cualquiera, era un olor a sangre pero un poco más dulzón, el olor característico de la sangre vampírica.

Tal vez con sólo una gota lograría resistir un poco más, ese el plan pero se fué al traste cuando inclinó el pequeño vial en su boca y sus labios se mojaron con la vitae, entonces no se pudo controlar y vació en su boca el poco contenido que quedaba, lo sentía bajando por su garganta, sentía la calma regresar de nuevo, su ojos se cerraban sintiendo el éxtasis, se relamía los labios tratando de aprovechar lo más posible de lo que se abía quedado en ellos, ese sabor tan exquisito...

Entonces escuchó una voz al lado suyo, era como la de una niña algo crecida, abrió los ojos de sopetón y buscó la fuente de dicha voz, era una una chica de unos 14 o 15 años por lo que ella calculaba, entonces se percató de que aún llevaba el vial en la mano y lo escondió de vuelta a su lugar de bajo de la capa, esperaba que no se hubiera dado cuenta de la escena ni del contenido. Joder, no la había escuchado venir, con el camino leno de charcos la presencia de la chica debía haberse delatado pero no fue así, se preguntaba cuánto tiempo había llevado ahí, la miró bien, su tez era pálida y su ropa oscura, su paraguas llamaba la atención, tal vez por la estatura o su nerviosismo no alcanzó a mirarle bien los ojos, tal vez por la sombra del paraguas.

-Sí... muy linda...- dijo una alterada Ethel, luego intentó calmar el tono de su voz -¿Y tú eres de por aquí?- dijo sonriendo amablemente.

No sabía cómo tomarse el verla sonreír, no sabía si eso era necesariamente bueno pero esa chica dijo que conocía el lugar, pero también le preguntó si estaba perdida, se sintió como si los papeles se hubieran invertido, ella se sentía como la niña pequeña que no sabía a dónde ir y de pronto encontrara a una señora que le ayudaría, no creía que estuviera perdida, aunque así era, sólo no sabía donde estaba.

-Soy nueva aquí- terminó diciendo

-Ya que conoces este lugar ¿Podrías llevarme a una posada por favor? si no es mucha molestia claro- dijo sonriendo.

Aún estaba nerviosa por su penosa escena anterior pero, al menos hasta el momento, parecía que la chica no se había dado cuenta, o eso pensaba.

En aquel instante una extraña sensación manaba de la cazadora, de ella se desprendía un sentimiento raro que los mortales interpretaban la mayoría de las veces como peligro, como si estuviesen frente a un depredador, los vampiros solían interpretar esa sensación como si estuviesen con uno de los suyos, cosa que solía confundirles o causaba curiosidad pues ella, aparentemente, no era de los suyos, otras criaturas sobrenaturales interpretaban esa sensación como una amenaza. Ethel estaba conciente de ese defecto que su aura desprendía pero ella nunca podía sentir "la sensación", sólo veía cómo los demás reaccionaban de diferentes formas, casi nunca positivas, a su presencia.

La vio caminar muy segura del camino a seguir, se notaba que conocía el lugar, eso o su capacidad para aparentar mucha seguridad era muy buena.

Ethel entonces sintió algo inquietante en la chica, no sabía qué, pero le hacía dudar de que aquello fuera buena idea, era una emoción que no se sabía explicar muy bien, pero no tenía opciones, la seguiría pero se andaría con cuidado.

-Soy Ethel, un placer.- Dijo ella al tiempo que se dirigía al lado de la chica para seguirle el paso. El giro hipnótico de su paraguas la distraía constantemente.

Debía indagar sobre ella para concluir si era digna de su confianza o planeaba llevarle a un callejón oscuro donde sus gritos no fueran escuchados, si eso era así entonces debía ir ideando un plan... Cuando se percató de sus pensamientos fatalistas se preguntó porqué le nacían esas ideas, no podía dejar de sentir esa extraña sensación de inquietud hacia Natzume, era algo inconciente, algo instintivo.

Entonces se le ocurrió la pregunta adecuada, sencilla pero ayudaría a revelarle algo más de información sobre la nueva conocida.

-¿Y qué platillo de esa posada es tu favorito?-

No parecía haber mentido, su forma de hablar hacía verla muy sincera, eso o era muy versada en la elocuencia, sin embargo aunque la respuesta parecía sincera la pregunta que vino después le hizo pensar dos cosas:

Por un lado puede que sus intenciones hayan sido descubiertas y Natzume se dio cuenta de que buscaba algo raro en ella, no sabía qué pero cualquier cosa sospechosa. Si fue asi entonces su respuesta era para evitar la menor de las sospechas posibles y poder ocultar algo, o se dio cuenta de sus intenciones pero aún así respondio honestamente.

Por otro lado puede no se haya dado cuenta y su respuesta por lo tanto fue honesta, siendo la pregunta que vino después algo dicho inocentemente siguiendo la charla.

Sin embargo Ethel no podía dejar de pensar en que sí se había dado cuenta y en que la pregunta que se le hizo fue un contra-ataque disfrazado muy bien, Ethel estaba con la cabeza revuelta, aunque por fuera conservaba la amabilidad con la que estaba conversando por dentro estaba hecha un lío, todo esto lo causaba aquel misterioso sentimiento que la niña le provocaba quien sabe porque razón.

Entonces llegó a la conclusión de que debía hacer lo que siempre hacía cuando conocía a alguien, "confía en esa persona hasta que demuestre lo contrario".

-Carne asada con salsa... suena delicioso- dijo al fin -Preguntaba porque ciertamente tengo hambre y no sé que preparen ahí, así que quería escuchar una sugerencia de lo que preparaban ahí.- Dijo igual de amable, esperando no equivocarse en su elección.

Natzume parecía indiferente a los cuestionamientos de Ethel eso le decía que o bien era muy inocente o no le importaba en lo absoluto, no importaba cual de las dos opciones anteriores fuera la real pues cualquiera de ambas significaba que era fiar, por el momento.

Cuando al fin llegaron a la posada no encontró nada sospechoso en ella, parecía una posada común y corriente como muchas donde se había hospedado, escuchó a su compañera y la miró, su comportamiento y gestos parecían amables, incluso humildes, y eso desvaneció por un momento la sensación extraña que la precencia de la chica le hacía sentir, eso le llevó a pensar que tal vez todo estaba en su mente.

-Se ve bien, creo que pediré algo de cenar y luego me ocuparé de la habitación- dijo Ethel, su estómago gruñía impaciente. -¿Te gustaría acompañarme a cenar? quisiera estar en compañía, al menos mientras dura la cena para entretenerte mas de lo debido, aunque si tienes ocupado tu tiempo en este momento no quisiera importunarte- sus gestos eran amables, con un poco de pena al hacer dicha petición.

No quería quedarse sola durante la comida pero la verdad es que la presencia de la chica también le perturbaba un poco, sin embargo había mostrado no haber tenido intenciones ocultas, no de momento, y su sentido de culpa le decía que una forma de compensar su desconfianza sería prolongar su compañía.

Spoiler:

Ya estando en el comedor y elegido una mesa se desprendió de su espesa y negra capa, algo empapada, que depositó en la silla de al lado de la suya, debajo de la capa se veía a la mujer vestida con una gabardina de piel negra con los filos llenos de adornos azul oscuro, debajo de la misma podía verse algo muy similar a un corsé blanco que era usado por Ethel como protección para ataques a sus zonas vitales pues estaba hecho de cuero rígido, rodeando su cintura por encima de la gabardina tenía un grueso cinturón negro y de un lado habían unos saquillos cuyo contenido no era visible, sin embargo uno de ellos sonó con un tintineo de cristal dentro de sí cuando Ethel se movía para acomodar su capa en la silla, del otro lado del cinto llevaba envainada una espada larga y junto a ésta un látigo enrollado, bajando a sus piernas tenía un pantalón de piel negro muy ajustado y en sus pies calzaba unas botas altas que subían por sus piernas hasta poco antes de las rodillas.

Con un poco de pena debido a sus armas se quitó la espada del cinto y la depositó debajo de la capa en la silla, luego tomó asiento de forma que quedara de frente a su nueva compañera, luego de que ella ordenase tomó unos segundos para pensar que se le apetecía -A mí me gustaría pedir un plato de carne con papas picantes por favor y te de jazmin si no es muho pedir- cuando terminó de ordenar fue cuando miró con detalle los ojos de la chica, eran rojizos, no lo había notado, no conocía a nadie que los tuviera así, o era sobrenaturalmente raro o era de las pocas personas con ojos así en el mundo... aunque no sabía si hubiera personas con ojos naturalmente rojos en el mundo.

-Tu vestido se me hace muy bonito pero excéntrico para un lugar como éste, ¿de dónde vienes?-

Aquella tarde había sido muy provechosa. Tal como esperaba al llegar a la posada varios hombres me miraron interesados. Todos eran iguales, y deseaban lo mismo. Apenas había encontrado hombres en el mundo diferentes y mas galantes. Pero como muchas veces eso era mucho mejor, incluso hacía el trabajo mas tranquilo. Tras un tiempo uno de ellos se acerco a mi, dejando claras sus intenciones con una mujer solitaria y hermosa. Solían usar palabras bonitas para después atacar como animales en celo.  Afortunadamente para mi un hombre era demasiado orgulloso como para aceptar ciertas debilidades.

Antes de que anocheciera estuvimos bebiendo y disfrutando de mimos y arrumacos, siendo aquel hombre cuidadoso con sus actos en un principio. Poco a poco el ambiente empezo a caldearse, mientras por las ventanas de la habitacion podía verse como llovia. No me gustaba que lloviese ya que aunque mi plan fuese maravilloso acabaría saliendo de esa posada para llegar a casa empapada. Peor aun sería cargar con el libro y arriesgarse que se mojara. Pero él ya había bebido el vino, por ello, tras unos primeros instantes calientes y apasionados acabó profundamente dormido en la cama, como si fuera un niño pequeño. Aveces, envenenaba, otras dormia, incluso algunas veces llegaba a tener alucinaciones aquel quien decidía pasar una noche loca conmigo. Sobre todo aquellos hombres de Puño de hierro sin grandes dotes ni modales. Fue entonces cuando le robé algo de dinero y me vestí. Luego cogí mi libro y bajé al salón, para llevarme una grata sorpresa al ver a una vieja amiga.


-No puedo creer lo que ven mis ojos. Una pequeña dama a la que le gustan los gatos. Cuanto tiempo querida.

Si, era ella, era Natzume. Si tenía dudas, su paraguas, unico en el mundo para mi confirmaba mis sospechas. Me acerqué a ella, para primero besarle en ambos mofletes y después sentarme a su lado, viendo a otra chica. Sonreí de buena gana y hablé a ambas.

-Un gusto volver a verte Natzume. Y es un gran placer  el conocer a una dama tan hermosa, acompañando a mi admirada compañera. Un placer, puedes llamarme Nightmare.


Dije con una gran ilusión y respeto. Dejando claro quien era y que estaba encantada de estar con aquellas dos mujeres en un lugar como aquel. Presentándome a la chica desconocida esperando que ella se presentara también para quizás cogerle la mano y besarla con gran educación. O quizás para darla dos besos al igual que Natzume, pero eso siempre era causado por un primer gesto que llevara a ello. En caso contrario solo se quedaría en saludo. Después preguntaría que hacía por allí  mi amiga, pero por el momento esperaría respuestas.

Escuchaba atentamente a su compañera, no se había dado cuenta pero poco a poco la sensación tenebrosa que le provocaba su presencia se fue desvaneciendo sin que ella se diese cuenta hasta desaparecer por completo, la barrera se había roto por fin, oia con interés la plática que su compañera le ofrecía, incluso sonreía mientras la escuchaba.

Así que ella se dedicaba a buscar arte, es lo que otros dirían vulgarmente "cazadores de arte", a Ethel se le hacía interesantísimo, le gustaba el arte, recordaba cómo E. y ella miraban largos ratos los grandes cuadros cuando vivían en la iglesia, también le gustaba admirar la arquitectura de las columnas, las paredes tan ricamente talladas de las paredes y sus esculturas.

Estaba por responder cuando se vio interrumpida por una mujer que se sumó a la charla, su piel era blanca y sus ojos color miel, su ropa era... le parecía de mujerzuela sinceramente, pero obviamente no lo diría, adempas parecpia ser buena amiga de Natzume y cuando saludó a Ethel fue muy cortés y educada contrastando con la impresión inicial que tuvo de ella.

Así que se levantó y se dirigió a ella y le tendió la mano para estrechar la suya a Nightmare, también se acercaría para saludarle de beso como vio que saludó a su vieja amiga "a la tierra que fueres haz lo que vieres...",

-Gusto en conocerte emm... Nightmare- se le hacía raro hablarle a alguien por su apodo desde el principio sin conocer si quiera su nombre o tener algo de familiaridad antes pero ella quiso que se le llamase así por lo que no perdió la sonrisa -Soy Ethel, pero puedes llamarme "Windwhisper"- dijo, tratando de hablar con la misma familiaridad y educación que su nueva conocida, era la primera vez que decía el nombre que se había inventado para sí misma frente a alguien.

Mi presentación había sido bastente buena, primero había hablado con Natzume y despues con la otra mujer desconocida, quien no tardo en corresponder con otros dos besos en la cara y un apreton de manos. Todo muy correcto, aunque pude ver como en un comienzo me miraba como todo el mundo, valorando básicamente por los ropajes y el aspecto. ¿por que vestía así? Una invocadora de demonios no podía viajar con ropajes caros y hermosos, primero por falta de oro, y segundo por que la ropa solía ensuciarse y destrozarse fácilmente.
-Encantada Windwhisper.
Tras presentarme cordialmente me senté con ellas y llamé al camarero, a quien pedí un poco de whisky. No me gustaba presentarme con mi nombre, nunca me habia gustado. En cun principio siempre me había causado problemas ya que la gente sabía a donde ir a buscarme, y ya sin contar con el poder que puede obtener un demonio conociendo simplemente un nombre. Y por ello se habia convertido en una costumbre, solo aveces daba mi nombre, y hasta el momento, me llamaría Nightmare. Después miré a esas mujeres y las sonrei feliz de haberlas encontrado.
-Disculparme si os interrumpí en vuestra conversación, podeis seguir hablando si asi lo quereis. Yo escuchare tranquilamente.
Dije mientras dejaba mi libro sobre la mesa, un libro que siempre iba conmigo pero que nunca dejaría en el suelo. Era demasiado importante para mi. Mientras esperaba a que hablaran de nuevo ojeé el lugar, vislumbrando a algún hombre sexi y guapo. Si, alomejor tenía un problema con los hombres, pero si ese era mi problema mas grande, problemas a mi.

Tomó de nuevo asiento, veía con diversión cómo la recién llegada coqueteaba con los hombres.

-Yo sólo busco algo fuera de la rutina, nada en especial me trae por acá la verdad, creo que soy un poco aburrida- dijo riendo a la vez con algo de melancolía.

¿Qué estaba buscando? ¿Cuál era el sentido de la vida para ella? Debía encontrarlo en algún momento porque le esperaban siglos de existencia que serían insoportables si no encontraba el porqué de su vida, la cacería se había convertido en su razón, pero ya no sabía porqué cazaba, hasta la caceria se había vuelto rutinaria, habia llegado a la conclución de que no importaba cuantos demonios y vamiros matase eso no iba a devolverle a su familia... debía descansar hasta de eso por un tiempo.

-Un respiro... sí, eso es, he vnido a descansar y maravillarme con las cosas nuevas que el mundo tiene para ofrecer- dijo con una nueva sonrisa más alegre ésta vez, parecía que se hablama más así misma que a las presentes, como si quisiese convencerse de ello, al menos el decirselo a ellas le había ver una nueva posibilidad en su futuro.

Mire a los hombres sin poder evitarlo, siguiendo mis instintos. Para luego mirar a Natzume y a mi nueva conocida. Al parecer no habían hablado mucho y yo había llegado apenas al principio. Asi que escuche sus historias de como habían llegado alli.
-Yo como sabes vivo por aqui. simplemente vine a tomar algo y a conocer a alguien con quien pasar un rato divertido. Y bueno...viéndoos a vosotras. Creo que cancelaré mis planes.
Respondí alegremente mientras miraba a las dos chicas dejando de prestar atencion a los hombres. Entonces las escuche atentamente y vi como me traian mi vaso. Ahi bebí de el saboreando aquella bebida tan deliciosa para mi.
-Al parecer teneis una vida bastante activa las dos. deberiais tomaros no solo un respiro. Tambien disfrutar de el.
Dije dejando caer que debían divertirse mas y preocuparse menos.

Disfrutar del descanso... suena lógico pero no es tan fácil, no recordaba la última vez que había parado, la última vez que hizo todo a un lado para descarnsar un momento, ella nunca descansaba, creía que era una pérdida de tiempo, pero ahora no sabía si hasta el momento había estado haciéndolo sin saberlo.

La cacería era su motor y no la dejaría pero necesitaba darle un porqué a la caza, quizá sería buena idea disfrutar un poco mientras la respuesta llega.

Claramente Nightmare era experta en eso de divertirse, se le veía en su actitud despreocupada, ella seria una buena mentora al respecto.

Bebió un sorbo de su té mientras escuchaba a Natzume y cuando terminó le dijo a Nightmare: -Y dime Nightmare ¿Qué hace una chica como tú para divertirse?- terminó la frase con una sonrisa espectante.

Al parecer las dos estaban dispuestas a hacerme caso y divertirnos mas que a pasarlo aburridas. Yo bebí tranquilamente notando el ardor de la bebida en la garganta y disfrutandola. Luego volví a mirar a Natzume, quien hablaba de su hermana, dejando claro que ella si sabía divertirse.  Sonrei por ello y las mire a ambas, aun sin saber gran cosa de la vida de ninguna, mientras Natzume apenas sabía tampoco nada de mi. Y aquel era mi mundo, secretos y mentiras ocultas tras una cortina negra. Gracias a ello aun seguia viva en puño de hierro. De no ser asi posiblemente estaria mas que muerta. Entonces Natzume, sin mas me hizo reir por su comentario.

-jajaja...Pues, entre nosotras tres hoy no hay mucho donde elegir. Puede haber alguno con cuerpo atletico, pero lo que se dice guapo...hay mas bien poco. jijiji.
Dije igualmente en tono bajo mientras me tapaba la boca para que la risa no sonara muy fuerte. Luego mire a Ethel con un brillo diferente en la mirada, con ganas de retar.
-Disculparme un momento, mis dos encantadoras damas.
Dije levantándome y alejandome hacia la barra. Al poco tiempo volví con una botella de ron. Luego sonreí y la deje sobre la mesa antes de sentarme.
-Yo hago muchas cosas para divertirme, pero estando con dos mujeres no es igual que estar sola y cazar hombres. Por ello, recordando viejas maneras de divertirnos, propongo un juego. jejeje. Dejar vuestras bebidas de lado y bebamos de la botella, quien mas aguante...gana. jejeje
Dije felizmente entre risas mientras ojeaba a la botella. No se me ocurrian muchas mas cosas que hacer con dos mujeres cerca. Quizas luego dar una vuelta por la calle, o donde la emocion nos llevara. Pero estaba claro que el ron daría una alegria al grupo.
-Pero si no quereis...podeis ofrecer otras ideas. Estoy abierta a sugerencias.
Respondí expectante y tocandome la oreja algo nerviosa. Tenia curiosidad de ver a alguna de ellas borracha. Despues de tanto tiempo con demonios era complicado ver a alguien que le afectara la bebida y los hombres humanos...eran quizas demasiado previsibles.

-Si, una noche singular- dijo Ethel como respuesta a Natzume, aquella noche no se imaginó que estaría conviviendo con dos chicas más ni que por primera vez en muchos años se pudiera divertir, pese a la incomodidad de antes ahora estaba sonriente ansiosa por ver qué mas deparaba ésta noche para ella, esperaba pasarlo muy bien, las preocupaciones se habían ido por un momento.

Entonces llegó Nightmare con una botella de ron de tamaño considerable y una propuesta un tanto interesante. Ethel nunca había tomado antes hasta morir, le gustaba el vino pero como acompañamiento a sus esporádicas comidas y no bebía más de lo necesario, le dio un poco de temor la propuesta pues era muy educada y consideraba que ponerse ebria no era de muy buen gusto, lo meditó durante un segundo largo y después sonrió ¡Qué rayos! ¡hay que disfrutar la vida!

-Gran idea Nightmare, pero considero que al ser quien la propuso deberías poner el ejemplo- dijo con una sonrisa y tono juguetones.