Pain Killer Es una obra en la cual gente lleva muchísimos años jugando. Basado en un mundo fantástico medieval con un toque épico ha sido el entretenimiento de muchas personas durante mucho tiempo. |
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La dama del mar
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La dama del mar
Muchas cosas habían cambiado desde que decidió salir de su hogar para aprender cosas nuevas. Si bien no era una experta sobreviviente, había aprendido un par de técnicas para poder sobrevivir en territorios no demasiado hostiles. Había aprendido a alimentarse, mantenerse caliente, y sobrevivir a los animales salvajes, para lo cual alcanzaba, en la mayoría de los casos, crear una pequeña llama. Había tenido la suerte de heredar el cabello de su madre, y de encontrar marineros supersticiosos que, al conocer su habilidad para controlar el agua y al ver su cabellera azulada, la consideraban una dama del mar, y por lo tanto creían de buena suerte tenerla en su tripulación. Eso le permitió viajar en barcos a cambio de proteger a los marinos de la furia del mar, cosa que nunca tuvo que hacer, ya que siempre tocaba un clima tranquilo en los viajes. Por eso era afortunado que aquellos marineros creyeran en deidades del océano, pues atribuían a Amelie el éxito y la tranquilidad del trayecto.
Así fue como la niña fue conociendo el estilo de vida que llevaban los comerciantes marinos, e incluso eso la había salvado más de una vez, ya que en los barcos en que viajaba era tratada como si fuese la capitana, o aún más que eso. Su viaje a través de los viajes de otros, la hicieron llegar a un puerto que ella desconocía. Lejos de todo aquello que había visitado, y en comparación con el resto era bastante pequeño. Allí fue donde descendí, mientras que los navegantes, tras obtener algunas provisiones, siguieron su rumbo, alejándose rápidamente del puerto. Vistiendo la antigua túnica de su madre, y cargando un bolso a un lado de su cintura, la niña comenzó a caminar, mirando los puestos comerciales del lugar. Sabía que debería encontrar algo para hacer para poder conseguir dinero.
Así fue como la niña fue conociendo el estilo de vida que llevaban los comerciantes marinos, e incluso eso la había salvado más de una vez, ya que en los barcos en que viajaba era tratada como si fuese la capitana, o aún más que eso. Su viaje a través de los viajes de otros, la hicieron llegar a un puerto que ella desconocía. Lejos de todo aquello que había visitado, y en comparación con el resto era bastante pequeño. Allí fue donde descendí, mientras que los navegantes, tras obtener algunas provisiones, siguieron su rumbo, alejándose rápidamente del puerto. Vistiendo la antigua túnica de su madre, y cargando un bolso a un lado de su cintura, la niña comenzó a caminar, mirando los puestos comerciales del lugar. Sabía que debería encontrar algo para hacer para poder conseguir dinero.
- Spoiler:
La túnica es esta:
Invitado- Invitado
Re: La dama del mar
Una nueva visitante junto a otros muchos mas llegaron a desembarcar en el puerto de la Dinastía del Dragón, puerto que parece causar furor en propios y ajenos. Algunos años han pasado desde que por primera vez ese país tuvo un puerto, y hoy por hoy es la vía mas usada para ir y venir al país del extremo oeste del continente. Mientras muchos ya habían hecho sus negocios allí una refinada elfa recién iba tocando tierra firme, lo cual agradecía de veras puesto que no quería siquiera respirar el mismo aire que muchos de los disimulados piratas también respiran. Como en todo lugar podía encontrarse marineros dentro y fuera de la ley, aunque aquí los segundos escasean ya que saben disimular muy bien, aunque tarde o temprano les llagaría la hora, ella misma esperaba ser la que los cuelgue en nombre del Master todopoderoso por ser gente tan indigna, aunque para ella hasta llamarlos gente se le dificultaba. Parias, basura, escoria, son la forma en que ella llama a esa clase de sujetos, y cosas no digna de una dama si esta se enfurece como suele hacerlo en ciertas situaciones que carecen de orden, disciplina y lealtad.
Por esquivar a ciertas gentes para evitarse problemas la elfa que no esconde su linea de sangre para nada choco con una pequeña de cabello azul, a la cual sujeto antes de que se cayera de cola al suelo, puesto que esa no fue para nada su intención, solo fue algo inevitable debido a la gran cantidad de gente que justo deambula por ese lugar.
-Me disculpo si te dañado pequeña, pero no ha sido mi intención el faltarte el respeto, solo fue algo inevitable- Esas fueron sus primeras palabras mientras la sujetaba de los hombros y le ayudaba a levantarse lentamente. La elfa claramente demuestra una belleza que enceguece, aunque su forma de pararse y de hablar demuestra mucha autoridad, contraria a la tez blanca de su cuerpo y su silueta que parece la de una doncella. Lleva puesta una armadura ligera, tanto así que solo protege partes necesarias para ella. Sus hombros, sus piernas, las manos, y parte de sus partes mas intimas. Lleva una pollera corta de color blanco y un arco con un carjad tras su espalda, mientras que en su cintura la rodea un pequeño cinturón donde cuelga una espada larga, digna de un caballero. La cabellera larga asoma tras sus espalda mientras la observa con grandes ojos color verde claro, como la hierba en los primeros días de primavera, frescos y llenos de vida. Lleva en su cuello un collar de cristales, pequeños y verdes, y en ellos lleva tallado una cruz, signo religioso del Master, demostrando así ser una seguidora de ese dios.
-¿Estas bien cierto?- Trato de ser lo mas amable posible, aunque su voz podía escucharse fuerte y claro, parecía mas la voz de un soldado femenino que el de una fina doncella elfica.
Por esquivar a ciertas gentes para evitarse problemas la elfa que no esconde su linea de sangre para nada choco con una pequeña de cabello azul, a la cual sujeto antes de que se cayera de cola al suelo, puesto que esa no fue para nada su intención, solo fue algo inevitable debido a la gran cantidad de gente que justo deambula por ese lugar.
-Me disculpo si te dañado pequeña, pero no ha sido mi intención el faltarte el respeto, solo fue algo inevitable- Esas fueron sus primeras palabras mientras la sujetaba de los hombros y le ayudaba a levantarse lentamente. La elfa claramente demuestra una belleza que enceguece, aunque su forma de pararse y de hablar demuestra mucha autoridad, contraria a la tez blanca de su cuerpo y su silueta que parece la de una doncella. Lleva puesta una armadura ligera, tanto así que solo protege partes necesarias para ella. Sus hombros, sus piernas, las manos, y parte de sus partes mas intimas. Lleva una pollera corta de color blanco y un arco con un carjad tras su espalda, mientras que en su cintura la rodea un pequeño cinturón donde cuelga una espada larga, digna de un caballero. La cabellera larga asoma tras sus espalda mientras la observa con grandes ojos color verde claro, como la hierba en los primeros días de primavera, frescos y llenos de vida. Lleva en su cuello un collar de cristales, pequeños y verdes, y en ellos lleva tallado una cruz, signo religioso del Master, demostrando así ser una seguidora de ese dios.
-¿Estas bien cierto?- Trato de ser lo mas amable posible, aunque su voz podía escucharse fuerte y claro, parecía mas la voz de un soldado femenino que el de una fina doncella elfica.
NPC- Admin
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Fecha de inscripción : 23/12/2012
Re: La dama del mar
La niña caminaba maravillada. Siempre la embargaba una profunda emoción al conocer un lugar nuevo, y aquel puerto no parecía ser nuevo sólo para ella. Que no fuese muy grande le hizo pensar que era un puerto joven, ya que sentía que había mucha gente allí como para tratarse de un pueblo pequeño que no necesitara una salida al mar mayor que la que poseía. Amelie marchaba lentamente, como si quisiera llegar a su destino tan tarde como fuese posible, pero sin detenerse en el camino. La vista del lugar la absorbió tanto, que no supo qué fue lo que la golpeó y la hizo caer hacia atrás. Sólo supo que fue algo duro, probablemente una armadura como las que usaba su abuelo. Había caído, mitad por la fuerza del golpe, mitad porque ni siquiera vio venir lo que la empujó, y por ende tenía una mala postura en el momento del impacto. Aunque estaba segura de que prepararse no hubiese logrado que se mantenga de pie.
Aún así, fue grata la sorpresa de notar que la sostenían para que no cayera al suelo, y luego la soltaban cuando se estabilizó (después de todo, era una señal de que no la raptarían, y eso era algo definitivamente bueno). Sin embargo, se sorprendió al encontrar ante sí una elfa bastante bonita. La reconoció de inmediato por las delicadas y hermosas facciones de su rostro, y por las inconfundibles orejas puntiagudas que poseía. Era evidentemente una guerrera, pues usaba armadura, llevaba un arco con flechas y una espada, y además su voz y su forma de pararse mostraban una disciplina inmensa. La niña tardó un poco en responder, era la primera elfa que veía en toda su vida, y había oído muchas historias sobre esa raza.
-Sí, sí -contestó-. Estoy bien. Venía mirando las tiendas, por eso no pude apartarme a tiempo.
Si bien a la pequeña le dolía un poco el pecho, el dolor era apenas considerado una molestia. Por esa razón, la joven Dyrle lo ignoró y no pudo evitar mencionar algo que la hacía muy feliz en ese preciso momento.
-Usted es la primera elfa que conozco -le comentó a la doncella rubia que estaba frente a ella-. Mi nombre es Amelie, mucho gusto -añadió luego. Tras meditar unos segundos, extendió su mano para estrechar la de aquella mujer y sonrió.
Aún así, fue grata la sorpresa de notar que la sostenían para que no cayera al suelo, y luego la soltaban cuando se estabilizó (después de todo, era una señal de que no la raptarían, y eso era algo definitivamente bueno). Sin embargo, se sorprendió al encontrar ante sí una elfa bastante bonita. La reconoció de inmediato por las delicadas y hermosas facciones de su rostro, y por las inconfundibles orejas puntiagudas que poseía. Era evidentemente una guerrera, pues usaba armadura, llevaba un arco con flechas y una espada, y además su voz y su forma de pararse mostraban una disciplina inmensa. La niña tardó un poco en responder, era la primera elfa que veía en toda su vida, y había oído muchas historias sobre esa raza.
-Sí, sí -contestó-. Estoy bien. Venía mirando las tiendas, por eso no pude apartarme a tiempo.
Si bien a la pequeña le dolía un poco el pecho, el dolor era apenas considerado una molestia. Por esa razón, la joven Dyrle lo ignoró y no pudo evitar mencionar algo que la hacía muy feliz en ese preciso momento.
-Usted es la primera elfa que conozco -le comentó a la doncella rubia que estaba frente a ella-. Mi nombre es Amelie, mucho gusto -añadió luego. Tras meditar unos segundos, extendió su mano para estrechar la de aquella mujer y sonrió.
Invitado- Invitado
Re: La dama del mar
Mientras la elfa sostuvo a la pequeña tomada con sus manos, la gente presto mas atención hacia ese lugar, puesto que algunos pensaron que podía tratarse de una agresión o de alguna especie de robo a la niña, la cual no seria tolerada por el pueblo de la Dinastía del Dragón. Ahí es cuando la elfa guerrera creyó que se le vendrían los problemas encima, pero al responder la pequeña con sus propias palabras se supo que solo fue un inofensivo accidente, ni mas ni menos. No pudo evitar dejar escapar una pequeña risa al escuchar a la niña decir que ella es la primera elfa que ve, le pareció muy inocente de su parte, ademas, si ella es la primera elfa que conoce entonces debe dejarle una buena impresión sobre su linea de sangre.
-Me tranquiliza el saber que no te sucedido nada, tanto en lo personal como en lo moral me hubiera afectado bastante pequeña Amelie. Puedes llamarme Philia, es un gusto el conocerte- La observo y se irguió mientras la pequeña terminaba de pensar lo que haría a continuación, lo cual fue extender su mano a modo de saludo. Otras la dama elfica volvió a sonreír, ahora mas divertida que antes. Tomo la mano de la pequeña humana y con suavidad la yema de los dedos de ambas se encontraron, así como las palmas mismas, para después, inclinarse hacia ella y besarle el revés de la misma con mucha suavidad, humedeciendo levemente con el toque de sus labios la piel de la pequeña jovencita. Es un clásico en los caballeros saludar de esa forma a una dama, aunque en este caso, el saludo fue de mujer a mujer.
Hubo risas de fondo y admiración, en especial entre las mujeres que admiran en demasía a las mujeres samurai, que si bien esa elfa no es una samurai esta mas que claro que es una mujer que practica el arte de la guerra.
-Me tranquiliza el saber que no te sucedido nada, tanto en lo personal como en lo moral me hubiera afectado bastante pequeña Amelie. Puedes llamarme Philia, es un gusto el conocerte- La observo y se irguió mientras la pequeña terminaba de pensar lo que haría a continuación, lo cual fue extender su mano a modo de saludo. Otras la dama elfica volvió a sonreír, ahora mas divertida que antes. Tomo la mano de la pequeña humana y con suavidad la yema de los dedos de ambas se encontraron, así como las palmas mismas, para después, inclinarse hacia ella y besarle el revés de la misma con mucha suavidad, humedeciendo levemente con el toque de sus labios la piel de la pequeña jovencita. Es un clásico en los caballeros saludar de esa forma a una dama, aunque en este caso, el saludo fue de mujer a mujer.
Hubo risas de fondo y admiración, en especial entre las mujeres que admiran en demasía a las mujeres samurai, que si bien esa elfa no es una samurai esta mas que claro que es una mujer que practica el arte de la guerra.
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Re: La dama del mar
Amelie se sintió cada vez más relajada en presencia de esa elfa. Se trataba de una mujer muy amable, por lo visto, por lo que a la niña no le costó mucho mostrarse como realmente era. No se trataba de que fuese falsa cuando estaba frente a un desconocido, pero sus padres le habían enseñado a procurar mostrar solamente sus mejores cualidades ante aquellos que no fuesen de su confianza. Ya habría tiempo de mostrar sus defectos si la relación se extendía más allá de fugaces encuentros.
La única excepción a esa regla había sido "el pequeño Iby", como su madre lo seguía llamando, a pesar de que "Iby" era ya un elemental de cuatro metros de altura y que poseía un poder absurdo sobre el agua. Sin embargo, creía que no podía culpar a su madre por seguir considerándolo pequeño. Después de todo, desde que Tsuki (la mamá de Amelie) lo conoció, y durante unos cuantos años, Iby no había medido más de 50 centímetros, y su crecimiento había sido demasiado brusco: cuando finalmente aceptó que sentía afecto por su invocadora, el espíritu había alcanzado su aspecto actual en apenas unos minutos, pasando por dos fases previas. Iby tuvo que abandonar el mundo físico porque había crecido más de lo debido, y un humano que tuviese un familiar de esas características podría fácilmente ser cegado por la sed de poder. Sin embargo, antes de marcharse, Iby había transmitido a Tsuki una pequeña porción de su poder, lo que permitió que, por primera vez, ella pudiese utilizar magia ofensiva. Amelie había conocido a Iby 1 año antes de marcharse de su hogar, y según le dijo el espíritu, la niña era idéntica a su madre a su edad.
Aún así, la elfa parecía saber tratar a niños desconocidos. Y si era una secuestradora, la habilidad que había demostrado merecía que, al menos, Amelie se mostrara simpática con ella. Cuando le besó el dorso de la mano, como si fuese un caballero saludando a una dama, Amelie rió, mitad halagada y mitad divertida, pues recordaba que así la saludaba siempre el maestro de su madre. Fue él quien le dijo que, si alguna vez aparecía gente con malas intenciones, lo único que ella debía hacer era recordar cosas divertidas, reír y contarles a esos sospechosos de qué se reía. Siempre que la niña se tentaba, resultaba muy difícil entender lo que quería decir, y el tono misteriosamente chillón que tomaba su voz era "un arma tan peligrosa como un libro embrujado".
Amelie sabía a qué se refería ese hombre cuando hablaba de "un libro", pero eso no le hacía ninguna gracia. Recordó que odiaba a ese señor que hablaba como si tal cosa del horror sufrido por su madre, cuando Edmund, su padre, le contó que aquel anciano también había sido controlado por aquello que contenía el libro. Desde aquel instante, la niña admiró a ese hombre, al igual que lo hacía su madre.
-Señorita Philia -respondió Amelie, pocos segundos después de que ambas conocían el nombre de la otra-, usted tampoco es de aquí, ¿verdad?
La niña estaba segura de no ser tan pequeña como para que Philia no la hubiese visto. Estaba segura de que ella también venía mirando los negocios, y no parecía estar allí de compras, por lo que sólo quedaba la opción, al menos en la mente de Amelie, de que la elfa también fuese, como ella, una extranjera.
La única excepción a esa regla había sido "el pequeño Iby", como su madre lo seguía llamando, a pesar de que "Iby" era ya un elemental de cuatro metros de altura y que poseía un poder absurdo sobre el agua. Sin embargo, creía que no podía culpar a su madre por seguir considerándolo pequeño. Después de todo, desde que Tsuki (la mamá de Amelie) lo conoció, y durante unos cuantos años, Iby no había medido más de 50 centímetros, y su crecimiento había sido demasiado brusco: cuando finalmente aceptó que sentía afecto por su invocadora, el espíritu había alcanzado su aspecto actual en apenas unos minutos, pasando por dos fases previas. Iby tuvo que abandonar el mundo físico porque había crecido más de lo debido, y un humano que tuviese un familiar de esas características podría fácilmente ser cegado por la sed de poder. Sin embargo, antes de marcharse, Iby había transmitido a Tsuki una pequeña porción de su poder, lo que permitió que, por primera vez, ella pudiese utilizar magia ofensiva. Amelie había conocido a Iby 1 año antes de marcharse de su hogar, y según le dijo el espíritu, la niña era idéntica a su madre a su edad.
Aún así, la elfa parecía saber tratar a niños desconocidos. Y si era una secuestradora, la habilidad que había demostrado merecía que, al menos, Amelie se mostrara simpática con ella. Cuando le besó el dorso de la mano, como si fuese un caballero saludando a una dama, Amelie rió, mitad halagada y mitad divertida, pues recordaba que así la saludaba siempre el maestro de su madre. Fue él quien le dijo que, si alguna vez aparecía gente con malas intenciones, lo único que ella debía hacer era recordar cosas divertidas, reír y contarles a esos sospechosos de qué se reía. Siempre que la niña se tentaba, resultaba muy difícil entender lo que quería decir, y el tono misteriosamente chillón que tomaba su voz era "un arma tan peligrosa como un libro embrujado".
Amelie sabía a qué se refería ese hombre cuando hablaba de "un libro", pero eso no le hacía ninguna gracia. Recordó que odiaba a ese señor que hablaba como si tal cosa del horror sufrido por su madre, cuando Edmund, su padre, le contó que aquel anciano también había sido controlado por aquello que contenía el libro. Desde aquel instante, la niña admiró a ese hombre, al igual que lo hacía su madre.
-Señorita Philia -respondió Amelie, pocos segundos después de que ambas conocían el nombre de la otra-, usted tampoco es de aquí, ¿verdad?
La niña estaba segura de no ser tan pequeña como para que Philia no la hubiese visto. Estaba segura de que ella también venía mirando los negocios, y no parecía estar allí de compras, por lo que sólo quedaba la opción, al menos en la mente de Amelie, de que la elfa también fuese, como ella, una extranjera.
Invitado- Invitado
Re: La dama del mar
A simple vista podría asegurar que la pequeña no tenia daños, también podía asegurar que la pequeña no tenia miedo, por lo que la elfa espera que todo sea tan simple como lo que ven sus preciosos ojos verdes. La sonrisa de la pequeña fue algo que le ilumino el día, pasando tantas semanas en el mar rodeada de hombres y pocas mujeres, y menos niños aun, el escuchar la risa de la pequeña fue algo reconfortante.
-Así es pequeña Amilie, no soy de aquí, yo he visto la vida varios siglos atrás. Actualmente vivo en el Puño de hierro, como escudera del caballero Valanar, quien sirve a Sir Logan, señor del sur del Puño de hierro.-Muchos curiosos prestaron atención a las palabras de la elfa, esa fue la razón por la que Philia no pudo dar su verdadero nombre, ni tampoco contar toda la verdad sobre sus orígenes.
-Por lo que has dicho,. ninguna es de aquí, se nos nota tanto en la cara como en la forma de hablar ¿De donde proviene tan bella jovencita?-La elfa con un tono que va desde lo curioso a lo simpático busca trabar una conversación con la pequeña, l,e da mala espina que ande sola por allí, sin adultos que cuiden de ella.
-Así es pequeña Amilie, no soy de aquí, yo he visto la vida varios siglos atrás. Actualmente vivo en el Puño de hierro, como escudera del caballero Valanar, quien sirve a Sir Logan, señor del sur del Puño de hierro.-Muchos curiosos prestaron atención a las palabras de la elfa, esa fue la razón por la que Philia no pudo dar su verdadero nombre, ni tampoco contar toda la verdad sobre sus orígenes.
-Por lo que has dicho,. ninguna es de aquí, se nos nota tanto en la cara como en la forma de hablar ¿De donde proviene tan bella jovencita?-La elfa con un tono que va desde lo curioso a lo simpático busca trabar una conversación con la pequeña, l,e da mala espina que ande sola por allí, sin adultos que cuiden de ella.
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